Especialista resalta la importancia de reconocer y compartir las emociones

Jesús Alberto Rubio

Nuestra calidad de vida y la convivencia social armónica están íntimamente ligados con los conceptos autocontrol y empatía, ambas, resultado del manejo de emociones, afirmó la entrenadora de neurotransformación, Yan Romero, al impartir la conferencia “Educación emocional para la paz”, en el XII Festival de la Primavera.

En su intervención bajo la modalidad virtual desde Pachuca, Hidalgo, la instructora certificada como Coach en Programación Neurolingüística habló ampliamente de la importancia de reconocer cómo la calidad de nuestras emociones se refleja por completo en el bienestar personal y social de una convivencia comunitaria.

“Ambos conceptos están íntimamente ligados con la calidad de nuestras emociones”, dijo en su charla en el evento organizado por el Área de Difusión del Patrimonio Cultural de la Dirección de Apoyo a la Vinculación y Difusión de la Universidad de Sonora, preguntándose a la vez cómo educarnos para la paz si hemos aprendido a anular, reprimir o negar nuestros diferentes estados emocionales y qué impacto tendría en el mundo hacernos cargo de esos estados de ánimo.

“¿Qué cambiaría si cada uno de nosotros nos hacemos cargo de nuestro mundo emocional; qué crees que sería distinto?, se cuestionó la capacitadora con Licenciatura en Ciencias de la Comunicación y Maestría en Educación.

Yan Romero estableció la necesidad de empezar a educarnos en torno a nuestras emociones porque al mundo le urgen personas que sean capaces de vincularse a través de la empatía. “Es necesario reconocerlas y también en aprender a gestionarlas; conocer un poco de ese mundo emocional”, indicó.

Contexto de la pandemia
La conferencista invitada habló sobre los dos años de la pandemia por covid-19 “donde vivimos un contexto completamente desconocido para todos, afrontando una situación que jamás imaginamos, “incluso, creo que ni en nuestros peores sueños”. Sin embargo, reconoció como esa enfermedad hizo valorar dos aspectos: las relaciones interpersonales. “También nos ayudó a reconocer y enfrentar nuestro mundo emocional con algo desconocido que nos exigió enfocarlo, poniéndole total atención y cuidados”, indicó.

La comunicóloga con 15 años como docente de bachillerato y universidad, afirmó que la pandemia cambió la calidad de vida, hábitos, costumbres e incluso afectó drásticamente nuestras emociones y pensamientos.

“Pero con todo y que le hemos dado mayor prioridad a nuestros pensamientos, ya que la formación a lo largo de los años y la escuela tiene que ver con lo que cultivamos cognitivamente, sin embargo, poco nos ha enseñado la educación emocional para poder expresar todo lo que sucede en nuestro interior”.

Yan Romero hizo un recorrido hacia dos años cuando inició la pandemia, recordando cómo nos sentimos en su momento, qué pasaba por nuestra mente, cómo lo expresaba el cuerpo, qué emociones se atravesaban y que incluso probablemente hubo gente que tuvo miedo, angustia, enojo, desesperación o bien ni siquiera estuvo consciente de cuáles fueron las emociones que se presentaron en ese momento de su vida.

Tres cerebros
Desde nuestra mente, dijo, tenemos tres cerebros que contienen información cada uno de ellos: el reptiliano o distintivo, que se encarga de las funciones inconscientes –funcionamiento de algún sistema, sea digestivo o respiratorio–; el límbico, que es el emocional, y es donde estarán guardadas las emociones de todo lo que recopilamos en los primeros años de vida y regula más o menos el 95 por ciento de nuestras decisiones y acciones. Además, indicó que es inconsciente, es decir, no lo podemos controlar.

“El límbico maneja todo ese cúmulo de emociones y dentro de él es que se detonan cada una de las emociones que experimentamos a lo largo de un día, semana o mes”, añadió. El otro, indicó, es el cerebro racional y al cual tenemos acceso muy fácilmente –se le conoce como neocórtex–, teniendo que ver con el lenguaje que nos reconoce como individuos y es capaz de establecer sistemas para vincularse con otros.

Educación para la paz
La especialista invitada puntualizó en la educación para la paz en torno a donde uno como individuo asume la responsabilidad y el impacto que van a ejercer nuestras emociones en una sociedad, empezando con el círculo de quienes le rodean.

Consideró que educarnos para la paz con base en las emociones tiene que ver con tener la oportunidad de ofrecerle un mejor ‘yo’ a la sociedad, al mundo y a asumir una responsabilidad como individuo para poder crear un impacto positivo.

“¿Cuántas veces hemos escuchado en redes sociales de individuos que perdieron el control de sus emociones, pero también señalado a esas personas desde nuestro escaloncito de superioridad moral y dejado de ser empático con el otro”, se preguntó.

Sostuvo que las redes sociales han facilitado mucho ese tipo de reacciones en nosotros porque ni siquiera tenemos que dar la cara; es decir, podemos juzgar al otro, sin empatía, simplemente desde la comodidad de “una vaca”.

Incluso, también dijo cuántas veces, con la gente conocida y que amamos, hemos invalidado su emoción llamándole “exagerado”, intensa, eres un “chillón” o “ya mejor cásate”, frases que advirtió tenemos normalizadas, que tienen que ver con que estamos invalidando la emoción de alguien más.

Yan Romero especificó que cuando se empieza a reconocer el mundo emocional es cuando se pueden tener dos regalos: el autocontrol, y la empatía que tanta falta hace en la sociedad. Las emociones, comentó, son reacciones psicofisiológicas que tendrán una manifestación en el cuerpo: “cuando te enojas puedes sentir más tensión en las manos, piernas, hombros, pero si estas contento, tu expresión facial cambia por completo”.

Pasos para seguir
También en su conferencia mencionó la importancia de reconocer los pasos que permitirán empezar a trabajar sobre nuestras propias emociones: Reconocer las emociones y observar de qué tipo llegan.

“A veces creemos que estamos enojados cuando en realidad tenemos miedo; o que es temor cuando en realidad nos envuelve la felicidad. Confundimos las emociones sin ubicarnos en la que es correcta.
Hay que tener la capacidad de reconocer un estado de ánimo y estar dispuesto a abrazar esa emoción, dándole un lugar, tiempo y espacio dentro de mí para que se manifieste”.

Otro paso, dijo, es experimentar: identificar cómo se siente en nuestro cuerpo, dónde siento la angustia, tal vez en el estómago y en el pecho. Dónde siento la tristeza o tal vez en el mismo lugar. “Esto nos hace estar consciente de las emociones y desde mi cerebro racional puedo empezar a darme cuenta cuáles son los pensamientos que produce en mi”.

Normalmente, señaló que todas las emociones vienen acompañadas de uno o varios pensamientos. Por ello volvió a preguntar: ¿Y cuáles son éstos?, ¿cómo puede reconocer la emoción a través del cuerpo y la mente, pero también del conocimiento de las mismas emociones? Es decir, añadió, éstas tienen mensajes, signos y rasgos específicos.

Asimismo, hizo ver qué es lo que detonó la emoción y cómo se reaccionó. “lo detonó la falta de dinero, el estrés por el examen, la infidelidad de mi pareja; o quizá que mis papás no me dieron permiso para ciertas cosas”. ¿qué es lo que está detonando esa emoción? El encierro de la pandemia nos detonó diferentes emociones. Entonces hay que reconocer que es lo que la produce me ayudará a reconocer otros momentos futuros o posteriores”.

Enseguida citó el punto donde se reconoce el mensaje de las emociones; “voy a elaborar un aprendizaje con eso que sucedió; por qué no lo logro a partir de esa emoción. Entonces fue una que llegó en vano y que no permitirá mi crecimiento personal y por ende no me ayudará a que ofrezca ese mejor yo a la sociedad”.

Destacó cómo se va a sacar una emoción del cuerpo: “Es importantísimo hacerlo sabiendo que la principal herramienta que tenemos para hacerlo es la comunicación, y qué mejor, de manera asertiva”.

Creatividad impresionante
Algunas personas desarrollan una creatividad impresionante, apuntó, a partir de las emociones y que su forma de comunicarla puede ser a través del arte. Hay quienes con depresión o tristeza la canalizan mediante una melodía, una escultura, pintan un cuadro, cocinan y hacen deporte para liberar esas emociones.

Estos pasos, indicó que se resumen en tres preguntas: cómo me siento, por qué lo siento, qué lo detonó, y que es lo que quiero hacer con eso. “Pregúntate cada que llegue una emoción qué quiero hacer con ella; cómo la voy a sacar de mi cuerpo. Entonces, importante, vamos a abrazar nuestro mundo emocional. Tengo un mantra y ésta te lo compartiré para que tú también te la repitas en todo momento”.

Yan Romero planteó que para descifrar el mundo emocional hay conceptos importantes como la felicidad, el enojo, la tristeza, y la sorpresa, dando explicación de cada una de ellas. “Todos los seres humanos podemos expresarnos a través de las emociones; reconocernos a través de ellas, pero también alguna vez la hemos experimentado. Todos sabemos lo que es la tristeza, el enojo y la alegría; nada más vincula y conecta, como las emociones”, expresó.

Advirtió que a través de las emociones somos capaces de sentir y reconocer el dolor ajeno, la injusticia, indignarnos ante la situación de algo más, “quizá no me sucede a mí, pero soy capaz de sentir ese dolor de un padre que perdió un hijo; esa vergüenza de alguien que fue expuesto en redes sociales; esa felicidad de un anciano que terminó a los 80 años la universidad como un gran logro. Podemos emocionarnos incluso con una historia que veamos en Internet”.

¿Cómo crees que cambiaría tu vida si te hicieras cargo de tus emociones, si dejáramos que fluyeran y aprendiéramos de cada emoción que experimentamos y si nos hiciéramos consciente de todo ello?, también se cuestionó.

La tarea, sostuvo, es identificar por lo menos tu emoción principal diariamente. “Cada día pregúntate antes de irte a dormir cuál fue la emoción en la que permanecí más tiempo a lo largo del día; qué emoción experimenté hoy. Pero también quiero que te cuestiones por las demás personas: cuál es la emoción que observo en quiénes me rodean. En qué emociones está normalmente mi pareja; mis padres, mis hijos, amigos, qué emociones compartimos”.

“Cuando reconozcas tus emociones y las de los demás notarás un cambio, reiteró. El desarrollo humano, dijo, con sólo por reconocerlo y estar consciente, estaremos a la mitad del camino; la otra, será trabajarla”, concluyó.