Especialista europea aborda en simposio el tema sobre hábitos de compra sostenible

Jesús Alberto Rubio//
Un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierden, acción que genera graves implicaciones ambientales, pues contribuyen directamente al calentamiento global. Estos desperdicios alcanzan proporciones monumentales, y si las acciones individuales de los consumidores se organizaran se podría tener un gran impacto en una escala global, aseguró la investigadora Jessica Aschemann-witzel, profesora asociada de la Universidad de Arhus, Dinamarca.

Con la conferencia “Hacia hábitos y contextos de compra más sostenibles: investigación sobre los residuos de alimentos del consumidor en la interfaz consumidor-minorista, la investigadora europea participó el pasado miércoles en el IV Simposio de tópicos actuales en el análisis del consumidor organizado por la División de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Sonora.

Jessica Aschemann-witzel, académica de la Escuela Nacional de Negocios aquella institución educativa europea, actualmente coordina un gran proyecto sobre la transición del comportamiento del consumidor basado en plantas y el mercado. Se sabe de la magnitud del problema y cuáles son las causas de los residuos de alimentos, expuso.

Ahora, añadió, el siguiente paso es la acción –con mucha investigación– para ayudar a identificar lo que sería más eficaz para la toma de decisiones en ese tema.

Desperdicios de alimentos
“Los desperdicios de alimentos tienen diferentes causas en diferentes partes del mundo; en los países relativamente pobres, es un problema de aguas arriba, y la mayoría de los residuos tiene lugar en la fase de producción debido a la recolección y el transporte”, afirmó, señalando que la solución en esos casos incluye la construcción de una mejor infraestructura a través de la transferencia de conocimiento y tecnología.

La ingeniera agrícola y economista con al menos 18 años de experiencia en investigación en el campo del comportamiento ciudadano-consumidor y el marketing, indicó que, en los países desarrollados, desde el punto de vista cultural, las opciones del consumidor son mucho muy importantes.

“Hasta un 30 por ciento de los alimentos en el hogar termina en la papelera, a menudo debido a factores tales como las normas culturales que prescriben y ofrecen un montón de comida a los invitados, las percepciones erróneas acerca de la seguridad alimentaria y el disgusto exagerado. Al mismo tiempo, sin embargo, hay una sensación generalizada de que tirar la comida está mal”, abundó.

Afirmó que, el hecho de que los consumidores y las partes interesadas por igual perciben los residuos de alimentos como no ético, hace que sea un buen punto de partida en los consumidores individuales para que se involucren en la sostenibilidad”, puntualizó.

Consideró que no hay una solución única al problema de los residuos de alimentos en el mundo desarrollado, sino una variedad de medidas factibles en la práctica que puede recorrer un largo camino para asegurar una mayor sostenibilidad.

Además, dijo que los gobiernos pueden contribuir cambiando de forma estricta las leyes de la seguridad alimentaria, mientras que los productores pueden introducir soluciones de embalajes innovadores.

Los cambios diseñados para el mundo desarrollado, sostuvo, puede que tengan un impacto aún mayor en el futuro ya que los países como Brasil, India y China se vuelven más urbanizados y cambian las preferencias alimentarias. En estos países, advirtió, los desperdicios de comida probablemente cambien cada vez más a la fase de consumo.

“Se necesita una amplia gama de esfuerzos para avanzar hacia la sostenibilidad de los alimentos y la seguridad para todo, donde cada consumidor individual contribuye tanto al problema como a la solución”, concluyó la expositora invitada, quien ha participado y gestionado proyectos de investigación sobre residuos alimentarios en Europa durante los últimos años.