El estrés es tan real que si no se atiende puede generar serios trastornos de salud en las personas, aseguró, Miriam Teresa Domínguez Guedea al participar con una conferencia en la primera jornada de la XXI Conferencia Nacional de la Asociación Nacional de Facultades y Escuelas de Química (Anfequi) 2021.
El evento que se realizó en el marco de la XXII Asamblea General Ordinaria del organismo está enfocado al tema de La Química en sintonía con la modernidad y la docente del departamento de Psicología y Ciencias de la Comunicación (Psicom) habló del manejo del estrés en estudiantes y profesores asociados a la contingencia sanitaria.
La especialista estableció que el estrés es una activación psicológica conductual que se ha identificado plenamente en los espacios académicos, debido a que la pandemia por covid-19 ha traído muchos estresores a los espacios del proceso enseñanza aprendizaje.
“La pandemia ha aumentado los motivos que generan estrés en las personas y por ende en el proceso de enseñanza-aprendizaje porque nos ha traído sobrecarga de trabajo, ajustes de contenidos y en tiempo.
“También inadecuadas condiciones de trabajo en casa por la dificultad de acceso a equipos y programas, dificultades de acceso a soporte técnico, baja conectividad y desorganización institucional, entre muchas otras cosas que lleva a estudiantes y profesores a caer en el estrés total”, estableció.
Domínguez Guedea aseguró que sólo la dinámica académica puede llevar a que entre los participantes del proceso se active el estrés, pues se puede presentar simplemente cuando debe hacerse un examen y de ahí, nos sentimos preocupados por no poder tener la capacidad para responder.
“Cuando el estrés se manifiesta en el estado físico y emocional de las personas, seguro que repercute en el rendimiento y otros factores”, agregó y dijo que con ello vienen otras manifestaciones físicas como las cefaleas, fatiga crónica, agotamiento, problemas digestivos, insomnio y otros, tanto en profesores como en estudiantes.
Estableció que el estrés de la enseñanza está muy relacionado con la percepción de los estudiantes que consideran que el aprendizaje no es bueno, que el contenido es de baja calidad, que los contenidos que reciben no son valiosos ni pertinentes y, además, perciben un clima negativo para recepción de sus clases.
Lo peligroso de esta situación, advirtió la investigadora, es que ésta puede agravarse y llevar a los individuos a algo más que el estrés; puede llevarlos al punto de burnout que es donde ya se observa desgaste, despersonalización y la gente comienza a desinteresarse, y aunque sigan funcionando y cumpliendo con sus actividades, lo hacen con un alto desinterés y muy baja eficacia.
Domínguez Guedea explicó en su exposición los aspectos biopsicosociales del estrés y los procesos biológicos que se activan a nivel del sistema sensorial, iniciando con la activación del sistema nervioso simpático.
“Los sentidos son percibidos por el sistema sensorial; la amígdala se conecta con el hipotálamo al percibir amenazante al estímulo y manda la señal a las glándulas suprarrenales que producen la adrenalina, y aumenta los latidos del corazón y la presión arterial para que la persona tenga el insumo necesario para pelear y defenderse en una situación adaptativa. Cuando el ser humano percibe una situación de peligro, de riesgo, se defiende”, apuntó.
La especialista dijo en su conferencia que el estrés debe atenderse pues si no está bien encaminado, puede convertirse en un trastorno y para comenzar a gestionarlo, primero, se debe aceptar que existe, no hay que negarlo, no hay que reprimirlo, pues eso, es ir contra la misma naturaleza.
“La naturaleza nos dio la capacidad para poder reaccionar contra lo que está molestando”, añadió al explicar que el control está en el cerebro pues es el órgano naturalmente preparado para percibir lo que amenaza y salar al organismo.
“Al estresarnos está haciendo su chamba, nos está poniendo en protección, aun cuando no sabe si es real o no. El cerebro reacciona en términos fisiológicos para luchar, huir o quedarse paralizado. El cerebro pone especial atención a lo que percibe como amenaza”, argumentó.
La docente del Departamento de Psicología y Ciencias de la Comunicación de esta casa de estudios, estableció que cuando se habla de la regulación del estrés, no se habla de una responsabilidad sólo individual, sino que también hay una responsabilidad social y por ello, socialmente, hay que contribuir en la medida de lo posible en disminuir las condiciones que nos vulneran a lo largo de la vida y pueden ir formando un caldo de cultivo para los trastornos del estrés.
“Tenemos una combinación de aspectos sociales físicos, psicológicos y biológicos que pueden exponer la percepción de la amenaza y daño potencial, y la idea es tener la contención para poder actuar cuando se pueda en los diferentes niveles que se presentan en la cotidianidad”, comentó.
Reiteró que el estrés debe atenderse y recomendó acudir a recibir ayuda y a promover la regulación de las emociones. “No se trata de evitar al estrés porque sería ir contra la naturaleza humana, pero si se puede gestionar y regular a través de las emociones que tienen la función de sobrevivencia”.