Conmemorar el 13 de septiembre de 1847 forma parte del simbolismo que acompaña a la historia verdadera de nuestra sufrida nación, afirmó Héctor Rodríguez Espinoza, académico del Departamento de Derecho de la Universidad de Sonora.
Este simbolismo, sostuvo, parte desde la conquista cruel y despiadada del reino de Castilla durante los tres siglos, ¡los 300 años! de sojuzgamiento y esclavitud desde 1521 en que se consumó la invasión y la cruenta guerra de independencia iniciada por Hidalgo y Morelos en septiembre de 1810 y consumada por Iturbide en 1821.
“¿La razón de que esta fecha sea parte del simbolismo nacional?, porque al margen de la veracidad de la edad de los cadetes, de analizar paso a paso, momento a momento, el sacrificio suicida en la crónica de la batalla y defensa del Castillo de Chapultepec en 1847”, precisó.
Rodríguez Espinoza dijo que simboliza el amor a una patria que venía sufriendo durante 426 años como independiente y a punto de perder más de la mitad de su territorio original por el codicioso vecino del norte, que nos veía como el “cuerno de la abundancia”, tal cual lo describió Alexander von Humboldt en su ensayo político sobre el reino de la Nueva España de 1804.
“Es, pues, el amor a la patria -a pesar de todas sus vicisitudes– plasmado en el art. 3° constitucional, el eje rector del derecho humano a la educación de calidad, después de los derechos a la vida y a la salud física y mental”, expresó, señalando como conclusión que a todos nuestros niños y a los vulnerables de otras familias de migrantes también los protege el Convenio de la Unicef que suscribimos como Estado de Derecho.
Actos heroicos
Por su parte, Felipe Mora Arellano, docente de la licenciatura en Sociología, se preguntó: ¿cuáles son los actos heroicos que en la actualidad se hacen en favor de la patria, del país?
Al mismo tiempo se cuestionó: ¿qué es ser un héroe o una heroína en estos tiempos?
Planteó que una invasión de un país enemigo es ya improbable, al menos no mediante la intrusión de un ejército, sí en cambio por invasión cultural o económica que sí se padece.
Enseguida reflexionó preguntándose, ¿cómo se ofrenda la vida por el país, si es necesario?
Mora Arellano dijo que a la vista tenemos varios enemigos a vencer: la inseguridad proveniente de los cárteles de la droga, la corrupción, la destrucción ambiental, las enfermedades producto de la pobreza y de la industria alimentaria, por citar algunas.
“Los actos heroicos recientes y mayormente difundidos están ubicados en el salvamento de personas o animales por desastres meteorológicos, incendios, derrumbes, sismos. Muy meritorios, por cierto”, admitió.
Los Niños Héroes
Muchos los mexicanos recordaron ayer el aniversario número 174 de la Batalla del Castillo de Chapultepec, mejor conocido como el día de los Niños Héroes, indicó Xochitl Rodríguez Rodríguez, egresada de la carrera de Trabajo Social.
“La participación de los cadetes de El Colegio Militar en la defensa no está bien documentada, pero siempre se ha destacado la valentía con la que enfrentaron al enemigo mientras la gran mayoría de la tropa desertaba, como quedó consignado por testimonios de los propios invasores.
Se recuerda, comentó, la heroica defensa del Castillo de Chapultepec contra los invasores comandados por el general Winfield Scott, en tanto el general de División Nicolás Bravo comandaba al Ejército de México, y el Coronel Felipe Santiago Xicoténcatl a las Guardias Nacionales.
“Aunque a los alumnos de El Colegio Militar no se les consideró combatientes, en la batalla sobresalieron por su valor. Destacan los nombres de Vicente Suárez, Agustín Melgar, Juan Escutia, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca y teniente Juan de la Barrera”, dijo.
Xochitl Rodríguez señaló que algunos historiadores han apuntado que El Colegio Militar fue bombardeado durante todo el 12 de septiembre con aproximadamente dos mil proyectiles hasta la mañana siguiente cuando llegaron las tropas estadounidenses de asalto con cerca de 7 mil hombres.
Recordó que el castillo fue tomado en aproximadamente dos horas, quedando registrada como la batalla que más bajas causó al ejército estadounidense en el menor tiempo de combate.
Más allá de las verdades y los mitos históricos, subrayó, es importante preservar la memoria de este acontecimiento porque satisface la trascendental necesidad de cohesionarnos como mexicanos.
Proceso de formación
El 13 de septiembre de 1847 significa un hecho histórico de muy alta importancia en el proceso de formación de la niñez mexicana, sobre todo en el siglo XX, indicó Amílcar Peñuñuri Soto, profesor de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación.
Consideró que la fecha sigue siendo un factor de generación de identificación patria por el gran relato de abnegación y sacrificio de un conjunto de jóvenes cadetes, pese a las múltiples imprecisiones y contradicciones de la misma historia.
Al final del día, dijo, la historia nacional está llena de simbolismos muy vigorosos que han sido fundamentales en la solidificación del estado nación.
El imaginario mexicano
El lugar que ocupan los llamados niños héroes en el imaginario mexicano es resultado de un proceso basado en la heroicidad, que coloca la defensa de los símbolos nacionales por encima de la vida y el bienestar personal, dijo por su parte Hiram Félix Rosas, coordinador de la Maestría en Enseñanza de la Historia.
Esta historia de bronce promueve, a través de lecciones como la defensa del Castillo de Chapultepec, una serie de códigos, conductas e ideales que suenan incompatibles con nuestra sociedad actual, señaló el también profesor-investigador del Departamento de Historia y Antropología.
“Fue un crimen de Estado realizado para perpetrar nuestro nacionalismo y nuestras instituciones”, nos advirtió el historiador Cuauhtémoc Hernández, en su célebre artículo “¿Quién aventó a Juan Escutia?”, publicado hace 23 años.
Destacó que siempre, pero especialmente en este momento, cuando nos cuestionamos la presencia de estatuas y las distintas representaciones de lo nacional, es necesario abrir canales de diálogo que nos permitan reflexionar acerca de nuestra historia como una ruta para moldear nuestro presente y proyectar el tipo de sociedad que deseamos construir.
“Para evitar el olvido, se erigen “depósitos” o “lugares de la memoria”; espacios que suelen estar determinados por los gobiernos y poderes públicos. Desde el poder se institucionaliza la memoria; se decretan recuerdos, amnistías y condenas, que se materializan en nombres de calles, plazas y poblaciones, calendarios cívicos, homenajes y legislaciones”, concluyó Félix Rosas.