Aleyda Gutiérrez Guerrero
La tarde del 11 de octubre, Hermosillo brillaba con un resplandor especial. Bajo un cielo dorado, en la Ciudad del Sol, parecía que la naturaleza misma celebraba el 82 aniversario de la Universidad de Sonora.
En el Salón de Convenciones del Centro de las Artes, las luces reflejaban la historia, el orgullo, el legado y la grandeza de la alma mater sonorense. Allí, la mirada emocionada de padres, maestros y estudiantes se fusionó en un solo sentimiento: la gratitud por los años de crecimiento y transformación que la Universidad ha aportado al estado.
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La rectora María Rita Plancarte Martínez y el Gobernador de Sonora, Alfonso Durazo Montaño, encabezaron esta ceremonia especial, en un presídium que, más que cargos y nombres, representaba la unión para celebrar a nuestra institución, acompañados en el recinto de otros funcionarios e invitados especiales que acudieron como símbolo de la gratitud y admiración que tienen por la Unison.
Como foco central del salón estaba el escudo universitario que resaltaba nuestro maravilloso lema: El saber de mis hijos hará mi grandeza. Además, el número 82, pero no como una cifra de años, sino como un recordatorio de las generaciones de egresados que, desde sus aulas, han forjado carreras brillantes que hoy impactan no solo a Sonora, sino al país y más allá.
Este evento emblemático, adelantado un día a la fecha tradicional, se realizó además con la bella atmósfera que solo la música puede ofrecer. El Coro de Cámara de la Licenciatura en Música, dirigido por el maestro Héctor Acosta, ofreció un momento sublime con su interpretación del “Gloria” de Vivaldi. Cada acorde parecía transportar a los presentes por la historia viva de la Universidad, una que no solo ha impartido conocimiento, sino que ha dejado una huella profunda en cada corazón que la ha recorrido.
El clímax de la tarde llegó con la entrega del Premio a la Trayectoria Estudiantil 2024. 79 búhos fueron reconocidos por su excelencia, esfuerzo y dedicación en los seis campus de la Universidad. Eran más que nombres: eran faros que iluminaban el sendero de la institución. Entre aplausos, vítores y miradas de orgullo, los padres no dejaron escapar el momento de fotografiar a los jóvenes galardonados, en un gesto de celebración compartida por toda la comunidad universitaria.
Desde los campus Caborca, Cajeme, Navojoa, Nogales y Santa Ana acudieron los alumnos que se sumaron a los búhos del campus Hermosillo, ciudad sede se esta tradicional ceremonia que conmemora el nacimiento de esta casa de estudios el 12 de octubre de 1942.
Martha Elena Ruiz Meranza, estudiante de Ingeniería Civil del Campus Hermosillo, tuvo el honor de representar a sus compañeros al recibir el premio. Sus palabras resonaron con emoción mientras reflexionaba sobre los desafíos, sacrificios y aprendizajes vividos a lo largo de su carrera. Agradeció a sus familias, amigos y maestros, destacando el apoyo incondicional que los ha llevado hasta ese momento. Y, con orgullo, recordó la responsabilidad que ahora tienen como profesionales y ciudadanos: contribuir al bienestar de la sociedad con los valores y conocimientos adquiridos en su alma mater.
Un momento de especial nostalgia lo trajo la Banda de Música, dirigida por el maestro Horacio Lagarda, con la interpretación de “Amantes a la antigua” de Roberto Carlos. La melodía, suave y evocadora, llenó el aire de un sentimiento de conexión entre el pasado y el presente, recordando que, aunque todo evoluciona, lo esencial nunca cambia. Así es la relación entre la Universidad de Sonora y su pueblo: un lazo indisoluble que ha perdurado por 82 años.
María Rita Plancarte Martínez, rectora de la Universidad, en su mensaje habló del compromiso con la excelencia, del papel transformador que esta institución ha jugado en la vida de miles de sonorenses y de la inquebrantable voluntad de seguir siendo faro de luz en medio del desierto. También hizo un reconocimiento a todas las generaciones que han dejado huella en esta institución e hizo un recuento de los logros alcanzados en los últimos años.
El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo Montaño, tomó la palabra para destacar la grandeza de esta Universidad y mencionó que ha sido testigo de su aportación al crecimiento del estado, y que la seguirá apoyando para que siga manteniendo su prestigio y que continúe siendo un auténtico patrimonio cultural de la entidad.
La ceremonia culminó con una pieza musical que pertenece a todos: el Himno Universitario. La Banda de Música y el Coro de Cámara de la Universidad de Sonora se unieron para entonar con fuerza esta melodía, como un abrazo que cierra un ciclo y, a la vez, abre otro lleno de posibilidades. Las voces y los instrumentos se escucharon como una declaración de que el espíritu de la Universidad de Sonora vive y vivirá siempre en todos los que forman y han formado parte de ella.
La grandeza de nuestra casa de estudios, a sus 82 años, no solo se mide por su historia, sino por el futuro que inspira en todos aquellos que la atraviesan. Y así, este aniversario fue no solo un recordatorio del pasado, sino una promesa viva de lo que está por venir.
¡Muchas felicidades, Universidad de Sonora!