Ofrecen técnicas para sobrellevar el proceso del duelo en tiempos de pandemia

Elías Quijada

El duelo es el proceso de adaptación emocional del ser humano ante cualquier pérdida, y el impacto tiene resultado en la dimensión física, cognitiva, filosófica, conductual e, incluso, en la espiritual, señaló Sonia Javalera Celaya, tanatóloga e integrante de la Red Sonora de Apoyo Psicosocial en Crisis, A.C.

En su intervención en el taller Manejo del duelo. Cuando el más allá es nuestro corazón, en el que estuvo compartiendo espacio con Verónica Ballesteros Vega, la experta en psicología dijo que la realización del taller fue producto de las llamadas que se obtuvieron en el Centro de Atención Telefónica de Intervención en Crisis (Catic), donde los usuarios estaban en proceso de duelo ante la pérdida de un ser querido a causa de la covid-19 o por circunstancias naturales, pero los rituales funerarios fueron atípicos por la contingencia sanitaria que está vigente desde el mes de marzo.

Explicó que la capacitación fue para el público en general, y se ofreció el manejo de teoría para el doliente y sus acompañantes, así como dinámicas vivenciales basadas en la terapia narrativa y trances imaginarios. Referente a las terapias narrativas, dijo, consisten en reescribir la historia, empezar a vivir a pesar de la ausencia del familiar, brindar un homenaje especial a la persona fallecida y exaltar lo que se aprendió durante su periodo de vida en el plano terrenal.

Mientras que en los trances imaginarios se trabaja en la relajación, visualizar a los seres queridos en el mundo de los muertos, pues, aunque no está físicamente, sigue estando en el corazón, mente y, sobre todo, en las acciones que se hagan en la vida diaria, recalcó.

Explicó que el duelo toca la dimensión física y se refleja con sensación de vacío en el estómago, resequedad en la boca, alteración en el sueño, dolor de garganta y presión el pecho, estas características son normales durante las primeras semanas por la carga emocional de la persona; en la dimensión emocional se manifiesta en tristeza, enojo, rabia, culpa, miedo, soledad, añoranza y anhelo de ver a la persona, situaciones que también son parte normal del proceso.

En el área cognitiva, dijo, los efectos se detectan en la falta de concentración, confusión, falta de interés por las cosas, sensaciones de la presencia de la persona fallecida, alucinaciones de creer haber visto al ser querido; mientras que la dimensión conductual se presenta en aislamiento social, conductas de búsqueda, llanto y en situaciones difíciles, las personas se refugian en el tabaco, alcohol y drogas.

Javalera Celaya afirmó que no existe científicamente un periodo para sanar el duelo, pues el proceso es personalizado y cada quien lo lleva de manera diferente, y lo más importante es respetar el proceso de cada individuo y estar atento de que no se autolesione.

“Es importante que la persona se encuentre acompañado, tener tolerancia y paciencia al escucharlo; el hablar es ayuda a nivel cerebral para asimilar la realidad de lo que pasó, aunque es doloroso, es importante enfrentarlo y no pausar el proceso; como acompañante debemos de estar atentos a que se alimente adecuadamente, que tome agua y duerma el mayor tiempo posible, todo esto sin presionar”, agregó.

Otro punto que se destacó durante el taller fue no forzar al doliente para deshacerse de las cosas del familiar ausente, porque llegará el tiempo exacto cuando se decida la separación de los artículos físicos y de la manera correcta.

Sostuvo que existen varios tipos de duelos: anticipatorio, crónico, congelado, enmascarado, eufórico, ambiguo y el normal; sin embargo, el proceso se vuelve peligroso cuando la situación emocional no permite hacer actividades que se hacían antes, como trabajar, bañarse, hacer actividades normales de la vida diaria.

“Hay que brindar siempre esperanza al doliente de que se llegará el momento que estará mejor que actualmente, lograr que aprenda a vivir a pesar de la ausencia del ser querido y lograr hacer cosas en homenaje de su ser querido. Lleva tiempo el proceso, pero nunca hay que perder la esperanza de aprender a vivir, a pesar de la ausencia”, concluyó.