Ofrecen en Martesdanza trazos firmes y saltos en busca de la ausencia

Armando Zamora/

En De la ausencia y de ti, Silvio Rodríguez canta desde el fondo de la angustia: “Ahora sólo me queda buscarme de amante la respiración, no mirar a los mapas, seguir en mí mismo, no andar ciertas calles, olvidar que fue mío una vez cierto libro, o hacer la canción y decirte que todo está igual: la ciudad, los amigos y el mar, esperando por ti…

Esperar. Esperando. Esperanza. Como probabilidad matemática que le da presencia a una variable aleatoria, o como virtud teologal por la que el individuo pasa de suceder o acontecer a ser o existir, la esperanza es un estado de ánimo que hace presumir como alcanzable lo que se desea. Por eso es importante: porque a un desaparecido le da carácter jurídico de ausente.

En la cuarta jornada de Martesdanza el público tuvo oportunidad de acariciar la esperanza y compartir el desgarro de la ausencia y cuestionarse esa insoportable levedad del ser, de la que habla Milan Kundera en su obra homónima. “No hay nada más pesado que la compasión. Ni siquiera el propio dolor es tan pesado como el dolor sentido con alguien, por alguien, para alguien, multiplicado por la imaginación, prolongado en mil ecos”, subraya el escritor checo, como si hubiera estado presente en el Foro Bellas Artes.

Hay preguntas sin respuesta porque simplemente no la necesitan. En ¾ de lo mismo, una sólida pieza de corta duración, Abril Núñez, en su primer trabajo como solista, da muestra de una madurez que en sí misma es la pregunta y la respuesta: ¿Dónde es arriba?… ¿Dónde es abajo? ¿Es de noche o es de día?… ¿Oigo sonidos de vida… o de muerte dormida? Misterio.

Lo que debió haber sido un dueto, por causas de fuerza mayor desembocó en una presentación a solas que Abril resolvió magistralmente: no es fácil bailar a la intemperie, sin el cobijo que ofrece un recinto cerrado, casi a la sombra de un flamboyán, con el público al alcance de la mano y una escenografía limitada que debe reñir con el contorno para poder decir lo que tenía que decir; sin embargo, la artista hiló fino y resolvió con trazos firmes su trabajo.

La estudiante del séptimo semestre de la Licenciatura en Artes Escénicas, opción Danza Contemporánea, de la Universidad de Sonora, compuso un haikú en movimiento sobre el cemento de la banqueta: “Mis ojos miran/ como dos medias lunas/ danzo en las dunas”, diría Hasbia MA, y convirtió el inicio de la sesión dancística en la reseña del porvenir. El breve poema en movimiento de Abril Núñez dejó un sabor a tibieza atardecida bajo la luna de octubre, con una fragancia amarillenta se volvió instante en movimiento de la A a la N.

Esta pieza no es para mi madre

Enseguida, después de tomar lugar sobre el escenario, el público se dispuso a presenciar un espectáculo difícil de definir: coreografía vivencial, arte vivo, danza cotidiana, movimiento personalizado… mientras Silvio, como adelantando el trance, tararea desde algún lado: “No quisiera un fracaso en el sabio delito que es recordar ni en el inevitable defecto que es la nostalgia de cosas pequeñas y tontas, como en el tumulto pisarte los pies y reír y reír y reír, madrugadas sin ir a dormir… sí, es distinto sin ti… muy distinto sin ti…”

La danza, el arte en general, genera complicidades entre artista y público: una obra se complementa con la propuesta propia y las experiencias del espectador, y cuando el trabajo toca aspectos que nos duelen a todos, la complicidad se vuelve un todo: al fin de cuentas, toda obra de arte tiene giros autobiográficos, ocultos o evidentes, y la vida es la esencia común que nos hermana a tirios y troyanos: por ello, Emmanuel Pacheco logró mover y conmover con Esta pieza no es para mi madre.

Este cronista no sabe cuántos saltos practica el artista sobre el escenario. Confieso que en el 2,000 perdí la cuenta. Vale decir que a pesar de estar el suelo tan parejo, es necesario dar brincos. Muchos brincos. Miles de brincos, porque el salto es la solución de la continuidad, la transición rápida y súbita de una cualidad a otra, gracias a la acumulación paulatina de los cambios cuantitativos insignificantes e imperceptibles: la transición de una forma del movimiento a otra es siempre un salto, un viraje decisivo, cita el Diccionario filosófico marxista.

El salto, además del esfuerzo físico y el deseo de mantener un gesto estético, supone cambios más o menos abiertos y relativamente más rápidos. Todo cambio cualitativo sólo es posible a través del salto. Pero las formas del salto son extraordinariamente múltiples y dependen tanto del carácter del fenómeno como de las condiciones en que transcurre su desarrollo.

El docente de la Licenciatura en Artes Escénicas se basó en una desgarradora experiencia personal para darle vida a Esta pieza no es para mi madre, y si uno agudiza el oído, en ella se puede escuchar el retumbe monótono de tambores, el corazón que palpita, el martillo que desgasta el mármol, el golpe del boxeador sobre la herida, el caer de la gota que en su tenacidad provoca locura, la hormiga repetida por mil en un sendero que es el mismo y es diferente a la vez.

Y bien se pregunta ¿qué es lo que ahora habita en ese espacio de memoria de lo que he olvidado? El ejercicio de recordar forzadamente me ha llevado a construir imágenes muy cercanas a la original pero matizadas o alteradas por el propio presente. Bailar para recordar, el cuerpo archivo, el cuerpo que comunica con el cuerpo, el cuerpo que escribe y lee con el cuerpo, la memoria muscular, el espectador como archivo, el espectador que baila con su intelecto, que acompaña la escena, la escena sin butacas y sin escenario… mientras permanece la esperanza de que algún la puerta se abra y…

“Las ideas son balas hoy día, y no puedo usar flores por ti. Hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir lo que aquí no he podido decirte: Hablar como un árbol con mi sombra hacia ti, como un libro salvado del mar, como un muerto que aprende a besar para ti, para ti…” sigue cantando Silvio mientras bajamos del escenario, salimos del foro y nos enjugamos una lágrima de rabia que rueda tratando de llenar el espacio vacío que ha quedado después de “1980-…

El martes 30 de octubre, el Laboratorio de Producción I de la Licenciatura en Artes Escénicas, invita a la comunidad universitaria y a la sociedad en general a compartir la celebración de El Shantolo, ofrenda por los ausentes, en el área recreativa del Departamento de Bellas Artes, a partir de las 19:00 horas. El acceso será gratuito.