Elías Quijada
Evocando la Argentina de los años treinta y el romanticismo mexicano del siglo XX, el cantante Arnulfo Velázquez, acompañado al piano por el maestro Héctor Acosta, del Departamento de Bellas Artes de la Universidad de Sonora, ofreció una íntima Noche de tangos y boleros en la Casa Ganfer, como parte de las actividades artísticas de las Fiestas del Pitic 2025.
Minutos antes de las 20:00 horas, del pasado 24 de mayo, una larga fila de asistentes rodeaba la histórica casona ubicada en el corazón de Hermosillo. Por indicaciones de Protección Civil, solo 80 personas pudieron acceder al recinto, lo que dio un aire de exclusividad al concierto. El ambiente íntimo se vio realzado por dos grandes candelabros que enmarcaron a los artistas sonorenses, transformando el espacio en un rincón acogedor y emotivo.
La voz expresiva y cálida de Arnulfo Velázquez encontró el equilibrio perfecto con el acompañamiento al piano desde la primera pieza: Melodía de arrabal, del gran Carlos Gardel. Siguieron Vida mía, de Osvaldo Fresedo; Nada, del uruguayo Julio Sosa; y Niebla del Riachuelo, de Juan Carlos Cobián.
También se rindió homenaje al argentino Roberto Goyeneche con Como dos extraños, y nuevamente a Julio Sosa y Carlos Gardel con Cambalache y El día que me quieras, respectivamente.
Una cuidada selección musical
La segunda parte del recital estuvo dedicada al bolero. Inició con Vuélveme a querer, del cubano Mario Álvarez; Noche y día, de Rafael Hernández; No te importa saber, de René Touzet; y Qué me importa, de Mario Fernández.
El repertorio bolerista continuó con Cuando vuelvas, del inolvidable “Flaco de Oro” Agustín Lara; No volveré a encontrarte, del venezolano Carlos José Maitín; Vereda tropical, de Gonzalo Curiel; y Volveré, con la firma inconfundible de María Grever.
La selección musical, que proyectó el talento de ambos artistas en la voz y el dominio del piano, no solo fue un desfile de clásicos entrañables, sino también un homenaje a la seducción del tango y la poesía del bolero.
Noche de tangos y boleros fue un regalo artístico único dentro de la celebración por los 325 años de la fundación de Hermosillo, capital del estado de Sonora.