La globalización, el progreso de la tecnología de la información y comunicación, así como la movilidad global de personas, son tres conceptos propios del modelo de producción capitalista que se deben de replantearse para poder comprender el fenómeno de la migración masiva, aseguró José Guadalupe Rodríguez Gutiérrez, coordinador del Posgrado Integral de Ciencias Sociales (PICS) de la Universidad de Sonora.
En entrevista, comentó que la globalización está acompañada no sólo de la fragmentación, subcontratación y terciarización del proceso productivo o cadenas globales de valor; también, de forma simultánea está acompañada de precariedad social y condiciones de empobrecimiento a través de mecanismos de políticas económicas estatales que subrogan a las empresas trasnacionales en detrimento de los trabajadores de los países en desarrollo.
También, el progreso de la tecnología de la información y la comunicación facilitan y robustecen la movilidad de las personas. Paralelamente, se acelera el flujo de remesas sociales entre las familias migrantes trasnacionales, esto es la transmisión de mensajes, intercambio de ideas, conocimiento de oportunidades de empleo, entre las familias de origen y las de llegada.
Asimismo, concebir la movilidad global de personas como sinónimo de migraciones globales, esto es importante para desmitificar la perspectiva equivocada que se posee con respecto al éxodo de las personas de su lugar de origen.
“Los tres aspectos anteriores encierran una génesis implícita que facilita, suministra e impulsa la movilidad global de personas que son las familias trasnacionales. En el libro “Hogares y Familias Transnacionales: Un encuentro desde la perspectiva humana”, se propone que las migraciones globales se explican a partir de un proceso ampliado de producción y reproducción social cosificado a través de la información que circula entre los hogares y familias, citó.
Las remesas sociales se objetivan entre los miembros del hogar de la comunidad de salida y el espacio de llegada; crean y generan espacios virtuales de solidaridad, sentimientos de bienestar y seguridad para emprender o no la movilidad migratoria, apuntó.
No se trata de definir territorial o espacialmente al hogar o la familia mixta, virtual o trasnacional, quizá una aproximación, son los casi dos millones de unidades domésticas que recibieron 51 mil millones de dólares; mientras que, en el otro lado, están los poco más de 30 millones de ciudadanos de origen mexicano que se localizan en Estados Unidos.
Entre estos hogares-ciudadanos se generan lazos de identidad transfronterizos que unen y fortalecen otras formas socioculturales, económicas, lazos políticos, entrelazados en sistemas de parentesco y solidaridad trasnacional que rompe con la triada del espacio estado-frontera-nación y genera otras formas de relaciones sociales que están en configuración, subrayó.
El académico universitario sostuvo que el reto social, académico, político, jurídico y educativo de los estados-nación, es responder de forma oportuna a estos retos trasnacionales desde lo local, desafíos que se aceleraron con la contingencia sanitaria.
Al respecto, algunos analistas, basándose en datos recientes del U.S. Census Bureau, señalan que en el periodo entre los años 2000 a 2016, permite estimar que dos de cada tres trabajadores que ingresaron al mercado laboral estadounidense son de origen hispano.
Lo cual, derivará que, en los próximos años, al 2030, la mitad de los consumidores de bienes raíces serán de origen hispano. Es importante reflexionar la movilidad migratoria como aspecto inherente de las familias trasnacionales, las cuales crean un flujo virtual de relaciones sociales transfronterizas.
“Un ejemplo, serían todos aquellos amigos que tenemos, quienes alguna vez han trabajado en Tucson, así como los padres o madres que periódicamente visitan a los “familiares” en Estados Unidos para trabajar”, añadió.