Armando Zamora/
Según las enciclopedias, la música es el arte de combinar los sonidos en una secuencia temporal atendiendo a las leyes de la armonía, la melodía y el ritmo, o de producirlos con instrumentos musicales. Emiliana de Zubeldía, que en realidad era la melliza ignorada de Euterpe, decía que “la música es el alma de las cosas”. Cierto o no, hasta en el centímetro del universo más alejado del planeta Tierra hay música. Música pura y simple provocada por el viento de un millón de soles que aún no han sido descubiertos.
Ya Pitágoras habló, en pleno siglo VI a.C., de la ‘música de las esferas’: acaso el sabio había afinado la percepción de su realidad cósmica vibrante que hasta hoy la tecnociencia confirma. David Fiódorovich Óistraj señaló que quien conoce el sonido lo conoce todo: cada persona tiene un sonido, el universo es vibración emanada del tictac de la polaridad originaria, como el de un corazón.
Y si de corazones hablamos, Hermosillo es un corazón grandote y grandioso fundido en el arte pimalteño de un arco y unas piedras que hacían música en el lomo desportillado de un tronco de mezquite. De ahí venimos. Aquí llegamos. Y ahora nos preguntamos ¿qué somos en el amplio abanico de las artes? ¿Qué propuestas sonoras hay en la ciudad ¿Cómo ha cambiado el panorama musical en la capital del estado?
Para responder a esas cuestiones en el marco de la Primera edición de la Semana de la Música, fueron invitados al evento los músicos Erick Quijada y Óscar Mayoral Peña, quienes también hablaron de sus experiencias en esta disciplina artística, tanto en su faceta de intérpretes, como en el de creadores, promotores y gestores culturales independientes.
En la actividad organizada por el Comité Estudiantil de la Licenciatura en Música de la Universidad de Sonora, Mayoral Peña indicó que, desde su perspectiva, el público ha cambiado a lo largo del tiempo que tiene como músico activo y promotor cultural.
“Hace 30 años, con el Grupo Stretto empezamos a cultivar la música clásica, el jazz, propuestas alternativas, y a nuestras presentaciones públicas prácticamente nadie acudía, no había público para esto; y los empresarios que daban trabajo a los músicos en bares y restaurantes tampoco se atrevían a contratar grupos que no tuvieran propuestas comerciales, y ahora se ve un auge en todos los géneros, principalmente el jazz. En eso hay un cambio muy notorio”, apuntó.
En cuanto a los foros, el compositor y promotor cultural dijo que también ha habido un cambio: “Cuando empezamos había dos teatros y uno que otro espacio universitario, principalmente, y ahora vemos cómo ha cambiado esa cultura. Ahora un espacio abandonado se puede convertir en un foro artístico. Depende mucho de la creatividad y de ir tomando consciencia de nuestro espacio”, abundó en el Salón de Usos Múltiples del edificio de la Licenciatura en Música.
“Algo que también ha cambiado son los apoyos: ahora hay una gran variedad de apoyos gubernamentales, institucionales y la autogestión, gracias a las redes sociales y a los medios de
comunicación alternativos hay posibilidades del autofinanciamiento con la misma comunidad, y a la difusión de proyectos”, puntualizó ante estudiantes y maestros de la Licenciatura.
Por su parte, Erick Quijada señaló que “en mi caso, yo veo que ahora hay más oferta educativa artística en el estado; sin embargo, se sigue concentrando en Hermosillo. Yo he notado que sí hay público para nuestros eventos, pero oscila por temporadas: hay eventos a lo que acude mucha gente y a otros no. Creo que esto tiene que ver en algo con las redes sociales, donde hay mucha oferta y con ello uno se vuelve más discriminador con los eventos porque ya todo lo tenemos en línea y se puede saber si vale la pena ir a ver a un artista, si de verdad es lo que buscamos o si en realidad tiene calidad”, destacó el guitarrista egresado del Conservatorio de Las Rosas.
El también director de la Orquesta de Guitarras de Sonora reflexionó sobre si “el solo hecho de ser licenciado en Música ¿me hacer merecer que me vengan a ver, cuando a lo mejor no soy buen músico?; es decir, soy licenciado pero no soy buen músico”. Estamos en esa época, precisó, en la que afortunadamente tenemos acceso a un montón de cosas y de la mejor calidad: los mejores intérpretes los tenemos al alcance de nuestros dedos, de nuestro celular, a cualquier momento. “Eso nos obliga a ser mejores artistas. Necesitamos volvernos relevantes para la sociedad y para la comunidad artística también porque si no, no importamos”, subrayó.
Quijada defendió que “los artistas por lo general somos conscientes del valor del arte para la sociedad y queremos aportar ese valor, entonces quedarnos de brazos cruzados porque no nos apoyan es dejar de darle valor a la sociedad y dejar que la sociedad se vaya para abajo cuando se podría ir para arriba si recibiera manifestaciones culturales como debe ser. Ante esto, la pregunta es ¿qué tanto lo quiero hacer y qué tanto puedo?”, cuestionó.
Añadió “¿de qué depende que se hagan las cosas? Depende de uno, del artista, y de buscar los apoyos, y si nos los dan qué bueno, pues se facilita mucho la cosa, y sale mejor y sale más grande el evento, y si no nos lo dan, pues a buscar la manera de hacer lo que se pueda donde se pueda, tratando de aportar valor a la sociedad, y eso nos enriquece a nosotros como artistas y todos ganamos. La idea es que todos ganemos”, concluyó el profesor de guitarra, armonía, contrapunto y solfeo en la alma mater.