Beatriz Espinoza
Las tecnologías, que, en muchos casos, han logrado separar a las familias estando en un mismo lugar, también han sido factor para que las nuevas generaciones no busquen platicar y aprender de las personas de la tercera edad como antes, consideró la académica María del Carmen Marmolejo López.
La docente del Departamento de Trabajo Social de esta casa de estudios habló de ello a propósito de la celebración del Día del Abuelo, que se celebra cada 28 de agosto, y consideró que la función de los abuelitos sigue siendo la misma, pero ya no la perciben las nuevas generaciones.
“El abuelo es una persona que nos cuida, que nos protege, es el pilar de la familia que nos hereda tradiciones, costumbres, nos enseña todo, respeto, toda la buena crianza.
“A veces, el abuelo sí es muy respetado, pero, desafortunadamente, cuando ya está anciano, nadie quiere hacerse cargo de él, menos los nietos, los más jóvenes de la familia”, expresó.
Representa ternura y amor
La docente e investigadora, especialista en el tema del adulto mayor, compartió algunas experiencias que le ha tocado vivir en su desempeño profesional atendiendo casos hasta de abandono y olvido de este grupo de personas altamente vulnerables.
“El abuelo, tradicionalmente, representa todo lo bueno, el cuidado, la ternura, el amor, la crianza, las herencias, pero también son los más vulnerables, los más necesitados de su propia familia”, estableció, aunque recordó también que hay casos donde hay una correspondencia de amor.
Formaba parte del núcleo familiar
Marmolejo López agregó que antes el abuelo formaba parte del núcleo familiar, pero ahora las familias están bastante desprendidas pues prácticamente cada quien, cada cual, hace su propia vida, aun habitando en la misma casa.
Ahora, añadió, los hijos tienen a sus hijos separados de los abuelos y se los llevan para que los cuiden porque trabajan y pues, la abuela o abuelo, hacen lo que pueden para tenerlos.
“Actualmente, pudiéramos decir que los nietos no valoran a sus abuelos como antes, pues ya no hay ese apego familiar por los cambios culturales en el tema, los nuevos aprendizajes que adquieren los jóvenes que se han separado mucho de todos esos principios de familia que todos los adultos de ahora tuvimos en su tiempo.
“Tienen otra forma de ver el mundo, su manera de ver la vida es diferente, ellos se mueven por su trabajo, sus actividades, a lo mejor por sus amigos, aspiran a muchas cosas, etcétera, etcétera”, consideró.
Añadió que, posiblemente, el desapego de los jóvenes para con sus abuelos, tiene mucho que ver con los papás y la forma en que están criando a sus hijos a los que ya no se les puede decir nada, incluso, tampoco ponerles límites.
“Siento que es por la forma distinta de estar viendo la vida y que ya no hay ciertas tradiciones; hay mucha libertad, de pensar, de hacer, de razonar y, sobre todo, ya no dejan de la mano los aparatos tecnológicos que les absorbe casi todo su tiempo y más, su atención”, advirtió.
Dura realidad: en el abandono
La académica comentó que, desafortunadamente, esta relación mermada entre los jóvenes y los adultos mayores, los nietos y abuelos, se observa preocupante en nuestra sociedad cuando se encuentran a estas personas abandonadas al grado de que hay quienes no han comido en uno o más días, que están postrados en una cama y hasta los hay los que dependen de los vecinos.
Consideró que el promedio de vida ha sido determinante también para que se den estos casos y pues, muchos adultos mayores son abandonados por sus familiares porque ya no les tienen paciencia o no los quieren junto a ellos.
Dijo que, lamentablemente, tampoco hay suficientes albergues para atender a este grupo altamente vulnerable que vive diversos tipos de maltrato, abandono y, hasta de despojos.
Estas situaciones, agregó, se pueden denunciar a la Procuraduría de la Defensa del Adulto Mayor del Estado de Sonora, dependiente del Sistema DIF Estatal en el teléfono 662 218 6131, o al sitio www.difson.gob.mx