La Universidad de Sonora, en especial el Departamento de Derecho, que convirtió en su otro hogar por más de cuatro décadas, hoy está en luto tras el sensible deceso de la académica Norma Yolanda Ruiz Figueroa, a quien le distinguió su enorme y plena dedicación a la enseñanza como profesora de tiempo completo, hasta su jubilación el 1 abril de 2016.
Mujer culta, paciente y de una gran calidez humana y modesta, dejó huella imborrable en su paso por nuestra alma mater sonorense.
En lo que consideró siempre su amado campus universitario, reflejó día tras días su alegría y vitalidad, características que profesó a sus discípulos y a quienes más allá del aula le rodeaban.
Sus valiosas enseñanzas, su amable forma de ser, presencia siempre grata, permanecerán vivas en todos los que tuvieron oportunidad de tratarla y conocerla como docente y amiga.
En su desarrollo académico y profesional, Norma Yolanda Ruiz Figueroa desatacó por responsabilidades como coordinadora ejecutiva de la Escuela de Derecho –hoy Departamento— e integrante de la Junta Universitaria, de la cual fue presidente en el año de 2013.
Al respecto, solía expresar que ser parte de la Junta Universitaria era una distinción, “que a veces siente no merecer, pero al mismo tiempo lo catalogo como un enorme compromiso el haber llegado al máximo órgano de gobierno de la Universidad de Sonora”.
Norma Yolanda Ruiz Figueroa fue una de las primeras mujeres que obtuvo el título de abogada en Sonora.
Además de dirigir los destinos de la carrera de Derecho, pudo desempeñarse como académica durante cuatro décadas por su gran pasión de formar jóvenes.
Su tenacidad y trabajo contribuyó a desterrar más el mito de que las mujeres no eran iguales en capacidad que los hombres.
Titulada en Derecho por esta casa de estudios, expresaría en su tiempo “nunca quité el dedo del renglón; mi aspiración, mi vida era ser abogada”.
En el año de 2009 se le brindó en el propio Departamento cálido y fraternal homenaje, develando ella en ese acto una placa con su nombre en el aula donde impartía su cátedra de Filosofía del Derecho.
Gran trayectoria
Originaria del mineral de Pilares de Nacozari de García, Sonora, donde nació el 22 de marzo de 1938, arribó a Hermosillo en 1953 a fin de continuar sus estudios en la Escuela Preparatoria, entonces de la Universidad de Sonora, cuyas aulas estaban en el edificio Principal de Rectoría.
Pasado el tiempo, Norma Yolanda iba a convertirse en una las mujeres universitarias con mayor trayectoria en nuestra institución.
Ruiz Figueroa concluyó su carrera de Derecho el 2 de agosto de 1977, y el 20 de octubre de ese año se tituló con la tesis “Dicología sobre la conducta del menor”.
Muy pronto empezó a laborar en la Universidad y a impartir la materia de Filosofía del Derecho, lo cual significa para ella la base de la estructura humana.
Conforme pasaban los años comenzó a consolidarse en esta institución como docente impartiendo las clases de Filosofía y Derecho Romano en la Licenciatura de Derecho, además de luego ocupar diversos cargos administrativos universitarios, como, por ejemplo, jefa del Área Histórica del Archivo Histórico.
Obtuvo la especialidad en Filosofía del Derecho por la Universidad de Aswan, Egipto, y cursó el Diplomado en Filosofía del Derecho en la Universidad Complutense, en Madrid, España.
En la Universidad de Sonora también fue integrante de órganos colegiados, ocupó cargos directivos académicos y administrativos, como consejera directiva y secretaria académica de la Escuela de Derecho y presidente de Academia Jurídico-Formativa del mismo Departamento.
Recibió reconocimientos por su actividad académica en la Institución, siendo Maestra Distinguida de varias generaciones de alumnos.
Fue Maestra visitante de la Universidad de Sao Pablo en Brasil y en la Universidad de San Marcos.
Le correspondió –como coordinadora de la carrera— proponer la creación del Posgrado en Derecho, del cual decía que “ha sido su gran herencia”.
De la institución también siempre mostró su agradecimiento por la formación académica que le otorgó.
Agradecimiento a la alma mater
“Jamás terminaré de agradecer a la Universidad por lo afortunada que fui en educarme aquí; tuve la buena fortuna de que me tocara un cuerpo académico con grandes maestros; y además el rectorado del ingeniero Norberto Aguirre Palancares y su secretario el profesor Rosalío “Chalío” Moreno”, siempre platicaba a su familia, amigos cercanos e incluso a sus discípulos en las aulas.
Siempre tenía palabras de elogio para quienes fueron sus docentes de aquellos años: Rosario Paliza de Carpio, Guadalupe Pérez y Aureliano Corral Delgado, Martha Bracho, por ejemplo.
Como tutores tuvo a Esperanza Flores y Albita Ramos, quienes eran las secretarias de la preparatoria.
En ese tiempo, junto con ella, estudiaban la preparatoria sólo otras dos mujeres: Margarita Martínez Ibarra, de 19 años (de Puebla), y Blanca Rodríguez Gaona, de 17.
Ahí, en la preparatoria, conoció al gran amor de su vida, su maestro de Derecho Civil, Amos Moreno, con quien se casó y procreó cuatro hijos, lo cual la obligó a hacer una pausa en su vida estudiantil y retirarse de la Universidad para cuidar a su familia, pero volvió en 1972 a la máxima casa de estudios, cuando tenía 27 años.
“Soy una privilegiada hija de la alma mater porque he deambulado por las aulas y porque dentro de ellas he aprendido a hacer un ser humano más completo y esto debe ser la aspiración de todos los universitarios”, expresaba con emoción.
Planteaba que la Universidad de Sonora debe de ser siempre, para todos los universitarios, el punto de referencia de nuestro quehacer y de nuestro hacer.
“Considero que es muy importante que los universitarios que hemos tenido oportunidad, de desarrollarnos profesional y académicamente con ayuda de la Universidad le contribuyamos con un poco de lo mucho que nos ha dado, sea la docencia, cursos, conferencias, videoconferencias; hay mil formas de dar nuevos conocimientos que pueden enriquecer el aprendizaje de nuestros estudiantes”.
Descanse en paz la maestra Norma Yolanda Ruiz Figueroa.