Beatriz Angélica Espinoza/
Aun cuando el camino para la creación, primero, y luego la consolidación de una empresa con origen científico es difícil, debe existir el interés por desarrollarla y éste debe surgir de los propios investigadores para no quedarse con un trabajo de ciencia aplicada no aplicada, consideró Enrique Galindo Fentanes.
El especialista y desarrollador de un biofungicida en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en coordinación con el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), unidad Culiacán, expuso el caso de la empresa comercializadora del fumigante FungiFree AB.
Este producto es el primer biofungicida desarrollado en México, inicialmente introducido al mercado para el control de antracnosis en mango, y que actualmente está registrado para el control de antracnosis en papaya, aguacate y cítricos, así como para el control de cenicilla polvorienta en cucurbitáceas y solanáceas.
“Les quiero compartir una experiencia personal, de un proyecto, de cómo siendo investigador me convertí en empresario”, comentó al iniciar su plática con los pormenores y las vicisitudes que tuvo que pasar para formalizar la empresa Agro Biotecnia.
Galindo Fentanes dijo que Agro Biotecnia es una empresa derivada del Instituto de Biotecnología de la UNAM, creada por él y sus socios, Leobardo Serrano y Carlos Roberto Gutiérrez, y se inició por la necesidad de atender el problema de plagas en el cultivo de mango.
Explicó que la enfermedad que provoca este hongo afecta a la calidad del producto y, por lo general, afecta al 60% de la producción del mango; es importante atacarlo para que la fruta pueda ser con calidad de exportación y el negocio sea rentable, subrayó.
En su plática Investigadores vueltos empresarios para lograr comercializar un biofungicida desarrollado en la Universidad, señaló cómo es que en el proceso fueron enfrentando algunas dificultades desde el registro y patente del producto, hasta los permisos, firmas, estudios de mercado y la identificación de marcas, entre otras.
Así, habló de los procedimientos para registrarlo ante Sagarpa y Cofepris, inicialmente, para continuar con el proceso de producción industrial y, luego, el de comercialización, hasta llegar a la conformación de una empresa de origen tecnológico y la venta de un producto.
“Resultó que tuvimos que formar una empresa, escalamos, logramos los registros y, finalmente, la comercialización. Vemos cómo pasamos de los conceptos, de una caja de Petri en el año 2000, y doce años después logramos producir este producto que se llama FungiFree AB, camino que no fue nada fácil”, apuntó.