Imparten charla sobre la fotografía como instrumento de terror

Lin Mendivil Alvarado/

Como parte de las actividades del Foro México 68-18, el investigador Rubén Ortiz Rosas hizo un análisis del material fotográfico de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), que evidencia la existencia de una metodología del terror y tortura por parte del Estado mexicano, apuntó el también historiador del Instituto de Investigaciones José María Luis Mora durante su conferencia El papel de la fotografía como instrumento de terror de Estado durante la década de 190 en México.

En el evento organizado conjuntamente por diversas áreas de la Universidad de Sonora y el Colectivo 68-18 para evocar el 50 aniversario de la matanza de Tlatelolco, Ortiz Rosas compartió con los asistentes aspectos históricos del periodo conocido en México como la Guerra sucia, pero que él prefiere llamar terror de Estado, así como algunas de sus interpretaciones producto de su trabajo de investigación.

Recordó que, como parte de la justicia transicional del año 2002, prometida en ese entonces por el presidente Vicente Fox Quesada, los archivos de la DFS pasaron al Archivo General de la Nación (AGN) e, incluso, el personal dedicado al resguardo de éste, con el “pretexto de que eran los únicos que sabían cómo operaba este archivo”, lo cual no permitió una apertura real hacia la totalidad de esos archivos y tampoco se traspasó en su totalidad al AGN, apuntó.

“Hay rastros que nos sugieren que se investigaron a 20 millones de sujetos en todo el país desde 1947”, desde personas, instituciones y organizaciones civiles; sin embargo, en el AGN sólo hay documentación de cinco millones de sujetos, y los 15 millones restantes “se cree que siguen en poder del Cisen”, manifestó.

Por otra parte, estimó que el catálogo fotográfico de la DFS ascendía a ocho millones de imágenes, el cual tampoco se encuentra en el AGN, y el único material visual son las fotos que acompañan a los informes hechos por agentes de la DFS, “y con esas fotografías es que he armado este trabajo… y con el tiempo se pudo saber quiénes eran estos fotógrafos”, dijo.

Ortiz Rosas reveló que parte de su análisis fotográfico da cuenta del espionaje cotidiano y sistematizado que realizó el Estado, desde reuniones de activistas estudiantiles ubicados como simpatizantes de la Liga 23 de Septiembre y del comité Eureka, y con lo cual queda en evidencia el seguimiento de la lucha social en México.

También mostró fotos de exiliados procedentes de Nicaragua, otras relacionadas con asaltos bancarios, personas recién detenidas, momentos del fichaje, del proceso de identificación, de tortura e incluso de cadáveres, y dichas imágenes permiten dar un

asomo a esos lugares clandestinos de tortura y retención, y a los cuales no se tendrá acceso, subrayó.

Son fotos que dejan ver una evidente carga de violencia, aseveró; “estas fotografías son fragmentos de la destrucción que llevó a cabo el Estado mexicano en contra de la movilización social, son documentos del proceso de burocratización de la muerte, y que nos permite saber, ver estos rastros, armar este rompecabezas negado durante muchos años, y nos deja ver, sobre todo, las experiencias límite de los sujetos”.

“Nos permite ver y entender que existe una metodología de la violencia y una lógica de ella detrás, a través de esta seria de fotografías, que van desde el espionaje hasta el asesinato o la desaparición forzada… podemos ver que todo fue registrado”, concluyó.

Los comentarios estuvieron a cargo de los fotógrafos Edith Cota y René Córdova.