Elías Quijada//
La responsabilidad social de la investigación, basada en la conducta ética, así como en las reglas o compromisos morales, es esforzarse por promover el bien de la sociedad a través del desarrollo científico, aseguró Aracely Angulo Molina, profesora del Departamento de Ciencias Químico Biológicas de la Universidad de Sonora.
Durante su participación en la conferencia Ética y responsabilidad social en el desarrollo de terapias antitumorales: Un enfoque global, actividad celebrada en el marco del XIV Coloquio Bienal en Ciencias de Materiales del Departamento de Investigaciones en Polímeros y Materiales, la presidenta del Comité de Ética Institucional señaló que el modelo de responsabilidad social de la investigación se basa en el principio de inclusión, involucrando a todos los actores en una etapa temprana de la exploración científica, organizaciones de la sociedad, la industria y autoridades.
El compromiso social, dijo, defiende los estándares de la sociedad mientras se lleva a cabo la investigación; el tratamiento humanitario de los sujetos, ya sea humanos o animales de laboratorio, y el cuidado del medioambiente, manejo, control y disposición de residuos; también está relacionado con asuntos de falsificación, plagio, fraude, autoría en las publicaciones, resultados de la investigación, obligaciones mentoras y servir de revisor a otros investigadores.
Explicó que el desarrollo de terapias antitumorales, sobre todo enfocadas a nanomedicamentos, inició principalmente con el estudio de un fenómeno conocido como permeabilidad y retención aumentada, donde se vio que algunas macromoléculas se empezaron a acumular en los tumores, a partir de ahí la manifestación fue pilar para el desarrollo de otros componentes con actividad antitumoral que ahora conocemos como nanomedicamentos oncológicos.
“En aquellos tiempos se iniciaron con estudios que buscaban la seguridad y eficacia de los medicamentos; sin embargo, en los últimos años sigue latente y se genera más información sobre los efectos que tienen estos productos sobre el comportamiento de los seres vivos, animales y humanos, y en ciertos padecimientos o reacciones existen dudas que no se han podido responder”, indicó.
En este sentido surgió el término que se denominó nanoética, que es la aplicación de la ética en el desarrollo o aplicación de la nanotecnología. En los últimos años, el desarrollo del nanomedicamento se ha enfocado a tratamientos oncológicos, y esta estructura es capaz de tratar, pero también permite ver y monitorizar el transcurso del padecimiento.
“También nació el termino nanotecnología farmacéutica, que es la aplicación de las técnicas nanotecnológicas con el fin de desarrollar medicamentos. Cuando se desarrolla un medicamento se habla de formas farmacéuticas, y se refiere a todas aquellas presentaciones que se tienen en el mercado, ya sea tabletas, cápsulas, jarabes, etcétera, y contienen un activo fármaco que está presente en la formulación de sustancias que ayudan a obtener una presentación estable.
La integrante honoraria de la Asociación de Nanomedicina Clínica de Latinoamérica hizo referencia a que en el área oncológica los medicamentos o las vías de administración que se utilizan son intravenosa, subcutánea, intramuscular, intraperitoneal, oral y tópica, y la que más interesa es la oral porque es la menos invasiva para el paciente y tiene mayor aceptación.
Según la organización norteamericana de Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA), desde la década de los setenta hasta la fecha se tiene alrededor de 600 medicamentos; de éstos, el 50% aparecieron en el 2010, y su mayoría están enfocados al tratamiento oncológico, y agregó que debido al fuerte impacto que se ha obtenido en las instituciones de educación superior, la Universidad de Sonora cuenta con varios grupos de investigación que desarrollan medicamentos, ciencia básica aplicada a este desarrollo del conocimiento para entender como interactúan a nivel in vitro.
Reveló que solamente en el 2020 se invirtieron más de 11’000,000 de dólares en el adelanto de nanomedicamentos, además se generan guías que permiten al investigador que tenga un marco de referencia para poder seguir recomendaciones en cuanto la información existente y técnicas que se puedan aplicar para los medicamentos.
“Se busca la liberación y dirección especifica de los fármacos, aumentar la biocompatibilidad y utilizar cantidades mínimas, pero con resultados similares o mejor a las terapias estándar; además, que los nuevos medicamentos tengan un margen de seguridad mayor y que se puedan usar en diferentes poblaciones”, subrayó.