La violencia que se ejerce contra las mujeres en el ámbito del trabajo está estrechamente relacionada con la forma de organización social imperante donde son vistas para que estén subordinadas y los hombres sean los que destaquen, afirmó Beatriz Torres Góngora, investigadora de la Unidad de Ciencias Sociales en el Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi, de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Invitada por el Posgrado Integral de Ciencias Sociales (PICS) de esta casa de estudios para impartir la conferencia La violencia de género en tiempos de pandemia/expresiones en lo laboral, dijo que incluso la mujer está experimentando un cansancio físico y psicoemocional al tratar de hacer dos-tres cosas a la vez.
“Hoy están cargadas del trabajo laboral y doméstico, donde también atienden a su familia, lo cual nos dice que sus tareas se han multiplicado”, advirtió la conferencista invitada.
Torres Góngora señaló que incluso en el tema de la violencia de género se observa cómo en el espacio laboral donde participan son parte de una esfera en la que siguen cargando toda esa violencia que la sociedad les ha dirigido.
Por ello, puntualizó, se tiene que hacer énfasis y señalar esta situación para poder construir una sociedad más justa e igualitaria.
En su exposición virtual vías Zoom, dio a conocer que dentro de su actividad profesional trabaja el ámbito laboral, estudiando las diferentes condiciones laborales de las mujeres respecto a los hombres.
Indicó que a raíz de la pandemia por covid-19, se dio una fuerte pérdida de fuentes de empleo e ingresos, y en su intento de participar en el mercado de trabajo muchas mujeres buscaron cualquier ocupación.
“Se multiplicaron las ocupaciones en la actividad comercial, particularmente a través de las redes sociales desde sus hogares, implementando ventas de artículos para obtener ingresos sin descuidar el trabajo del hogar y cuidado de la familia ya que los niños dejaron de ir a la escuela para atender sus clases en línea, incluso cuidar a parientes enfermos, entre otras ocupaciones dentro del hogar.
Su trabajo doméstico se multiplicó, reiteró, lo ocasionó que haya mermado su participación en el mercado de trabajo al alejarse de las actividades remuneradas fuera del hogar. “La pandemia afectó más a las mujeres por cierre de planteles educativos y algunas ramas de actividades –como fue el caso en Yucatán—donde tiene mayor presencia la mujer, fuese el turismo, hotelería, comercio y los micro establecimientos”, precisó.
Pautas que se reproducen
Beatriz Torres hizo referencia a la declaración de la Convención Belém do Para de 1994 respecto a lo que debe entenderse por violencia contra la mujer, señalando que ésta es cualquier acción o conducta, basada en su género que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado.
“Se habla que la violencia de género está relacionada con el patriarcado, concebida como una expresión de ese fenómeno. Pero éste no es suficiente para explicar ese flagelo en las mujeres, sostuvo”, ante la presencia virtual del coordinador del PICS, José Guadalupe Rodríguez Gutiérrez y más de 60 estudiantes de posgrado y licenciatura de la División de Ciencias Sociales.
Asimismo, planteó que hay causas de ese mal en lo cultural: porque sus pautas se reproducen entre hombres y mujeres, donde el poder masculino va definiendo la subordinación de la mujer en los diferentes ámbitos, familiar, laboral y en lo general.
“Las pautas culturales y patriarcado dan lugar a esa reproducción de la violencia, sobre todo en contra de las mujeres”, expresó.
Cierto es, comentó, que la violencia de género se transmite de generación a generación por reproducción, sea física, sexual o psicología en los diferentes espacios donde participa la mujer.
El Violentómetro
Torres Góngora mencionó que ya muchas organizaciones e instituciones universitarias manejan el Violentómetro, que es un material gráfico y didáctico que permite visualizar las diferentes manifestaciones de la violencia que se encuentran ocultas en la vida cotidiana y que muchas veces se confunden o desconocen.
“Es una herramienta de gran utilidad; ayuda a hombres y mujeres a estar alerta, capacitadas (os) y/o atentas (os) para detectar y atender la violencia en cualquiera de sus tipos y modalidades a través de diferentes manifestaciones, resultando no solo benéfico para las instituciones educativas, sino también en los ámbitos familiar, las relaciones de pareja y en el ámbito laboral”, dijo.
Inclusive, con el advenimiento de la tecnología de la información, señaló que hay violencias asociadas en ese desarrollo a través de diferentes formas en las redes sociales mediante la extorción y la proliferación de imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona, sin consentimiento. Incluso, mencionó otro tipo de violencia, como discriminación en ámbitos laborales por embarazo y formas de vestir.
“Una de las primeras violencias que sufren las mujeres son la falta de voz y visibilidad. Así ocurría a partir de los años 70, siendo por ello que el movimiento feminista empezó a hacer un llamado de atención hacia las condiciones de vida en desventaja y subordinación respecto a los hombres.
Al respecto indicó que la principal demanda fue tener mejor nivel de salarios en el mercado de trabajo, pero trabajo remunerado.
“Techos de cristal”
Sin duda, dijo que la participación de las mujeres está en el sector terciario del comercio y servicios, y con mayor peso en ocupaciones asociadas a las labores domésticas y tareas de cuidado de miembros de la familia.
“Y si recordamos, a finales de los años 80 decían que no estaban calificadas para el trabajo para alcanzar puestos de responsabilidad. Fue famoso el concepto aquel denominado “Techos de cristal”, que, como una barrera invisible, limitaban a las mujeres para tener ascensos laborales”, indicó.
Fue la década en que al señalarse que no calificaban a determinado puesto por falta de educación, se observó como la familia comenzó apoyar a sus hijas para que se formaran en universidades.
En el 2010, informó, ya estaban en un 41 por ciento en el rubro de educación media superior y superior, porcentaje que se incrementó al 42 en el 2019. “Las mujeres comenzaron a hacer esfuerzos por formarse pensando que de mesa manera tendrán acceso más beneficioso en el mercado ocupacional, mejor remuneradas y con reconocimiento social”, concluyó.
Beatriz Torres Góngora es maestra en Sociología del Trabajo y doctora en Estudios Sociales, con la línea de Estudios Laborales por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y licenciada en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Miembro de la Asociación Mexicana de Estudios del Trabajo, misma que presidió durante el periodo 2006-2008. Asimismo, es integrante de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo. Las líneas de investigación que ha desarrollado son: trabajo femenino: su distribución ocupacional y sectorial en la economía.