Detalla académica el papel que jugaron en EU los cónsules en el régimen porfirista

Jesús Alberto Rubio//

El papel de los cónsules en Estados Unidos durante el porfirismo no sólo fue proteger y apoyar a los miembros de la comunidad mexicana en el vecino país, sino también vigilarlos e incluso reprimirlos si eran opositores al régimen de Díaz, afirmó María D. Duarte, profesora investigadora de la Universidad del Este de Nuevo México.

En su conferencia Ciudadanos, inmigrantes y forajidos en la Frontera México-Estados Unidos, dentro del curso Perspectivas Binacionales de Comunidades Transfronterizas, detalló el rol que caracterizó a los consulados de México partir de la década de 1870 para proteger, fomentar la identidad de la comunidad mexicana, así como la forma en que vigiló y controló a los opositores al régimen porfirista, especialmente en Arizona y Texas.

Mencionó que en aquel periodo los consulados operaron un documento llamado Matrícula Consular para los mexicanos residentes en Estados Unidos, con el cual podían demostrar su nacionalidad y con ello hacerles llegar la asistencia del gobierno de Porfirio Díaz.

“Era un documento que se les expedía para saber si eran o no mexicanos, y así el gobierno extenderles su protección, permitirles el acceso a los servicios consulares y promover la nacionalidad-patriotismo de esos pobladores allende el Río Bravo”, comentó. Sin embargo, aseguró que aquellos cónsules, además de protegerlos, los vigilaron de manera drástica convirtiéndose en represores a partir de 1890.

Los mexicanos residentes, en particular los de la frontera norte, indicó, enfrentaron una complejidad de problemas que los aquejaban, específicamente por la hostilidad de los pobladores de Arizona y Texas. “Fue por ello que los consulados de alguna manera les servían de enlace para lograr la justicia en tierra norteamericana”, dijo.

Citó a cónsules como Matías Romero, Plutarco Ornelas y Manuel Treviño, quienes otorgaban servicios de asistencia legal, así como la matrícula consular para obtener sus datos personales. Con esa identificación con vigencia de cinco años, podían abrir cuentas de bancos, tener servicios de bibliotecas, entre otras actividades, añadió.

“Había defensa de los derechos de mexicanos, a quienes se les expulsaba en masa o los acusados por algún delito y enviados a prisión. Contrataban abogados norteamericanos para que los defendieran, cubriendo incluso costos judiciales y los traslados desde sus lugares de trabajo hasta las cortes norteamericanas”, comentó ante la presencia virtual de estudiantes de los niveles de licenciatura y maestría.

Se recrudece su situación
María D. Duarte recordó que en ese periodo se dio el linchamiento de un inmigrante mexicano en Texas, Manuel Rodríguez, lo que afirmó fue un factor determinante para que se desataran fuertes protestas y reacciones violentas contra los estadounidenses.
“Esos casos de linchamientos serían protestados por los cónsules, dándose cuenta de ellos también en los periódicos de lo que sucedía.

En ese proceso violento, dijo, los cónsules denunciaban y exigían que las leyes norteamericanas se establecieran en la frontera dado que la justicia a mano propia era lo que más era común en esa región. “El caso de Manuel Rodríguez desató el enojo y antinorteamericanismo en toda la frontera y países latinoamericanos”, reiteró.

Incluso, añadió que aquello de tomar nota de expulsiones, linchamientos y encarcelados, fue información que le permitió al gobierno mexicano hacer una fuerte declaración y demanda de justicia ante el gobierno norteamericano. “Los migrantes hicieron que los cónsules se conviertan en un enlace con el gobierno mexicano y las cortes estadounidenses en busca de justicia”.

De acuerdo a algunos historiadores, dijo que la intervención consular fue positiva porque con ello para 1901 bajó ese tipo de casos, pero que sin embargo vendrían a acelerarse coincidiendo con los inicios de la revolución mexicana.

a académica invitada hizo saber de la ley de 1886, la cual estuvo encaminada a quitarle la ciudadanía a los migrantes mexicanos a quienes no se registraban en los consulados tras vivir al menos diez años en ese país, por lo que se dejó a miles de ellos sin patria y a mercede del aparato norteamericano.

Aquel mandato, señaló, estaba encaminado a que los cónsules estuvieran operando mediante una red de vigilancia porque ya había muchos rumores de la existencia de opositores a Porfirio Díaz y contrabando de armas.“Quien no estaba en el radar, quedaba excluida, de ahí que la vigilancia y control de los opositores al régimen porfirista ocasionó que cientos de mexicanos, si no es que miles, perdieran su nacionalidad”.

De ser una red que protegía a los connacionales, sostuvo, pasó a identificar a aquellos revolucionarios que estaban en la mira porfirista.

“La Red consular representaba un brazo informativo que le permite al gobierno de Díaz ejercer su poder más allá de México buscando que se preserven la identidad de sus compatriotas, pero siempre y cuando contaran con su matrícula consular y sometan a la lealtad porfirista y se alejen de aquellos “malos mexicanos y revolucionarios”, precisó.

Catarino Garza
“Ya desde fines de 1880 la oposición antiporfirista había crecido porque muchos perseguidos por el gobierno de Díaz se iban huyendo a la frontera norte que les servía de refugio y permitía reorganizarse y diseñar planes para derrocar al régimen mexicano”, puntualizó María D. Duarte.

Mencionó que uno de los principales líderes opositores fue Catarino Erasmo Garza, periodista en Texas que organiza una revuelta contra Díaz, “lo cual viene a significar los inicios de la revolución mexicana partiendo como un fenómeno trasnacional”.

Citó que Garza trató de reorganizar a los trabajadores y periodistas, no contentos con el gobierno de Díaz, además de atacar la aduana en Chihuahua, entre otras acciones, con el plan de llegar a la ciudad de México y derrocar a Díaz. “Fe un movimiento nada fugaz, ya que sus ideas iban a quedar”.

El periodista Catarino Garza, reiteró, fue perseguido por sus severas críticas al porfirismo en las publicaciones El Libre Pensador y El Comercio Mexicano del sur de Texas, iniciando una serie de incursiones armadas a territorio nacional, proclamando un plan revolucionario con el objetivo de desconocer a Porfirio Díaz como presidente y convocar a un Congreso Constituyente para revisar la Carta Magna de 1857, elevando a precepto constitucional la no reelección.

“Aquel movimiento revolucionario, indicó que llegó a su fin con la captura de treinta seguidores de Catarino Garza por parte de fuerzas federales estadunidenses, y el exilio del periodista a Nueva Orleans y Costa Rica, donde falleció en 1895.

Los Flores Magón
La expositora también recordó la participación de otros exiliados, los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón y otro grupo de seguidores, quienes emplearon su periódico Regeneración buscando quitar a Díaz, adoptando y radicalizando sus ideas anarquistas, por lo que al ser perseguidos se fueron a San Luis Missouri para dirigirse a trabajadores de minas, y aquellos que tenían medios para comprar una suscripción y apoyar a los revolucionarios.

“Los Magón, convertidos en férreos revolucionarios anarquistas tuvieron gran repercusión en Estados Unidos, pero encarcelados en varias ocasiones; en el caso de Ricardo, él tras ser encarcelado en 1918 en la McNeil Island en Washington donde obligaban a realizar trabajos forzados, luego moriría en la Penitenciaría de Leavenworth, estado de Kansas, el 21 de noviembre de 1922”.

Colaboración académica
José Guadalupe Rodríguez Gutiérrez, coordinador del Posgrado Integral de Ciencias Sociales de nuestra casa de estudios, informó que el curso se coordina con otras instituciones, como Cetys Universidad de Tijuana, la Universidad de Arizona y la Eastern New México University.

María D. Duarte imparte cursos de historia de América Latina, Estados Unidos, Nuevo México y las zonas fronterizas. Su interés de investigación se centra en las comunidades mexicanas y el papel de los cónsules mexicanos en los Estados Unidos a fines del siglo XIX. Es autora de Frontera y diplomacia: las relaciones México-Estados Unidos durante el porfiriato (2001) y del capítulo de libro titulado Proteger y vigilar: los cónsules mexicanos en las fronteras americanas a comienzos del siglo XX en Border Policing: Una historia de ejecución y evasión en América del Norte, Holly M. Karibo y George T. Diaz, eds. (2020).