Jesús Alberto Rubio//
Hoy el mundo se ha vuelto más digital introduciéndonos en contextos de relaciones y aprendizaje a través de dispositivos que pueden tenernos conectados todo el día a la internet, con cambios que de manera cotidiana se experimentan en el devenir de lo presencial a lo virtual, del confinamiento personal y virtual, del uso al abuso de pantallas y aumento de horas de consumo online, lo que sin duda hoy están más que vigentes en todos ámbitos humanos.
La contingencia sanitaria causada por la covid-19 irrumpió sobremanera en la sociedad global incorporándonos a una impactante brecha digital, de la que por supuesto no son la excepción las políticas educativas universitarias y los estudiantes, docentes y la diversidad de sus programas académicos y vínculos con el entorno.
La educación online está a la vista permeando mediante dispositivos, herramientas tecnológicas y otros espacios y materiales de apoyo como foros, intranets, repositorios de documentos y clases grabadas en plataformas accesibles a través de un usuario y contraseña, entre otros.
Sobre este tema, académicos de diversas disciplinas de esta casa de estudios han opinado, haciendo suyo este nuevo desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje con énfasis en lo virtual.
Nuevos recursos tecnológicos
Carlos Contreras Cázarez, profesor investigador de la Maestría en Innovación Educativa, planteó que hoy en día existen muchos cursos de actualización disciplinaria y didáctica, así como de formación docente que permiten crear un aula virtual, pero que sin embargo debe tenerse muy en cuenta algunos factores internos y externos de la institución.
“En el caso de la educación superior, particularmente, se debe tener a consideración que estos factores involucran seriamente las interacciones no sólo del proceso de enseñanza aprendizaje, sino también factores externos con la participación de la sociedad y otras instituciones de educación superior”, indicó.
El propósito, dijo, es potencializar el uso y aprovechamiento de las herramientas y recursos tecnológicos en el ámbito educativo para, en consecuencia, lograr que la actuación de la comunidad universitaria, alumnos, docentes, personal administrativo, sea vital en el proceso de mantener el aula virtual o cursos de educación a distancia.
Contreras Cázares señaló que existen varios aspectos a considerar para hacer que los alumnos en curso en línea participen como parte del proceso de aprendizaje y que el primer aspecto, precisó, es que se debe realizar un breve diagnóstico de la situación de los involucrados en el proceso de aprendizaje no presencial.
“Si bien la participación de los alumnos es imperante para el proceso, es importante, aún más, considerar primeramente en cada uno de ellos su situación particular; es decir, conocer la disponibilidad y el acceso a los recursos y dispositivos tecnológicos con conexión a internet, ya que no todos los estudiantes tienen las mismas posibilidades”, subrayó.
Otro aspecto relacionado con este punto es que el docente conozca e identifique características individuales y/o particulares de los estudiantes, como el nivel de instrucción, para conocer cuáles son sus fortalezas y oportunidades, ya que cada estudiante muestra niveles de competencias diversas que deben ser canalizadas y potencializadas.
Así pues, planteó, otro aspecto fundamental a considerar en el proceso tiene que ver con las prácticas innovadoras del profesorado como parte de las estrategias educativas.
“Recordemos que estamos ante un escenario tecnológico que supone ideas innovadoras, donde las nuevas generaciones muestran, según estudios realizados, un nivel de instrucción y competencia digital avanzado con el uso de dispositivos y aplicaciones, lo que propicia una exigencia mucho mayor en la práctica de la labor docente”, aseveró.
Educación presencial + Educación virtual = Educación
Carlos Lizárraga Celaya, profesor del Departamento de Física y miembro de la Academia de Innovación Tecnológica y Educativa para la Enseñanza de las Ciencias, destacó que la Universidad de Sonora completará ya tres décadas desde que inició su transformación digital y que aún hay contratiempos para adaptarse a la cultura digital y enseñar de una manera híbrida.
El proceso de digitalización, dijo, es lo que se conoce como las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, en el que las nuevas generaciones de estudiantes la han asimilado a través del uso de una amplia variedad de plataformas de redes sociales, que incluyen elementos para la difusión de información y de recursos digitales, herramientas de comunicación e interacción, dinámicas y personalizadas mediante algoritmos de aprendizaje automático para perfilar y captar la atención, distraer o entretener a cada usuario con base en sus acciones de selección personal de contenidos previos.
Lizárraga Celaya señaló que ante el hecho de que no se pudieron continuar desempeñando las sesiones de los cursos presenciales por la emergencia sanitaria en marzo del 2020, todas las actividades de los cursos obligadamente tuvieron que migrar hacia la plataforma digital de apoyo a la enseñanza.
“Lo anterior demandó un rediseño en tiempo real de las prácticas de enseñanza y actividades de aprendizaje, imponiendo un desafío para aquellas personas que se habían mantenido reticentes a la apropiación de la tecnología digital en las prácticas educativas”, precisó el académico.
De ninguna manera, atajó, este nuevo escenario ha sido el ideal, ni suple a uno planeado con el diseño de actividades de aprendizaje colegiado, coordinado y refinado que se requiere para el rediseño de cursos en entornos de aprendizaje digitales. Las actividades, agregó, van acompañadas de contenidos propios y recursos educativos digitales seleccionados, que apoyan las guías y trayectorias de aprendizaje que abarcan una diversidad de estilos para cubrir un amplio espectro de tipos de principiantes (aprendices) con sus respectivas experiencias previas de aprendizajes.
Para que realmente suceda un proceso de innovación educativa una vez superada la pandemia, mencionó que no debemos regresar a hacer lo que se hacía antes de este evento, señalando que la práctica obligada en los últimos meses nos brinda una oportunidad para reflexionar sobre un modelo educativo postpandemia que capitalice las experiencias vividas por el colectivo de profesores y nos conduzca a la incorporación de herramientas digitales con el objeto de enriquecer las experiencias educativas presenciales.
“El mundo virtual y el mundo presencial no son dos mundos ajenos; tenemos que concebirlos como un solo mundo continuo, donde simultáneamente construimos, nutrimos y desarrollamos proyectos pedagógicos. Las actividades son diseñadas acorde a los contextos y las metas de aprendizaje que abonen al desarrollo de las habilidades determinadas para un perfil de egreso planteado”, aseguró Carlos Lizárraga.
Asimismo, puso énfasis en que la incorporación de las nuevas tecnologías en los procesos de enseñanza no es una solución por si sola, sino que es momento de pensar en un modelo híbrido, donde el rol del docente se centre en los procesos de aprendizaje del estudiante, y más que ser divulgador de contenidos, se transforme en un diseñador de experiencias de aprendizaje que sean significativas y ayuden también al desarrollo de un aprendizaje autónomo de parte del estudiante.
La comunicación y la interacción, reiteró, son esenciales en todo proceso de enseñanza presencial. En un entorno de aprendizaje mediado por las tecnologías también lo son, por lo que requerimos aumentar el acompañamiento docente para estar conectados, con niveles de interacción elevados en los eventos de comunicación”, añadió.
“También podemos percibir que se desarrolla toda una ecología del aprendizaje que se desborda en el espacio-tiempo del proceso educativo gracias a estas tecnologías digitales. Los sistemas educativos ya no son sólo proveedores de contenidos, sino que entregan entornos digitales de aprendizaje flexibles que facilitan el desarrollo de capacidades de autoaprendizaje, pensamientos crítico y creativo, y autonomía. Las actividades presenciales deberán ser planeadas para fomentar la interacción entre los integrantes, y el profesor juega un rol menos protagónico”, indicó
Un modelo educativo, puntualizó, que permita el trabajo en el plano virtual y al mismo tiempo en el espacio físico, facilitará el proceso de transformación digital de una educación de mayor calidad y equidad, incluyente y flexible.
La plataforma virtual
Por su parte, Miguel Enrique López Muñoz, académico del Departamento de Ingeniería Industrial, afirmó que para implementar un aula virtual primero se debe de realizar un estudio profundo que considere y dé respuesta a varias preguntas como ¿cuántos alumnos ingresarán a la plataforma general y simultáneamente; qué tipo de documentos se permitirá compartir a través de la plataforma virtual y si habrá o no sesiones en tiempo real, como videoconferencias o transmisiones en vivo.
A la pregunta de si la plataforma virtual será el eje central de comunicación para la formación del estudiante, dijo que partiendo de la respuesta a esa interrogante se tiene que diseñar una muy robusta que sea capaz de soportar los diferentes procesos de enseñanza planteados (servidores, redes, software, seguridad).
De la misma manera, agregó, debe diseñarse un plan de seguridad que respalde la información contenida en la plataforma, tomando en cuenta eventos ante desastres (fallas de corriente, ataques informáticos, fallas de hardware y software).
“Aunado a esto, si es el caso en que la plataforma se considera como herramienta clave para los procesos de enseñanza-aprendizaje, se debe designar a una persona o a un grupo de personas para su administración, dotando de servicios de atención a usuarios y soporte técnico en la operación”, comentó.
El egresado del Posgrado de Ingeniería Industrial reiteró que, sin duda, la implementación de un aula virtual en una institución de enseñanza superior requiere el aporte de una cantidad considerable de recursos, tanto económicos como humanos.
Respecto a qué se debe tomar en cuenta y cómo hacer que los educandos participen, opinó que el sustento será mediante actividades de concientización, tanto a estudiantes como a maestros, a través de entornos de comunicación, enfatizando los beneficios y bondades del uso de la plataforma. “De igual manera, en algunas ocasiones se implementarán programas de estímulos para maestros y alumnos que utilicen el aula virtual”.
López Muñoz hizo también referencia a que existen diversos tipos de cursos online, los que son impartidos en tiempo real por el docente utilizando tecnologías de información y comunicación, y están diseñados para que el alumno revise la información de manera independiente y entregue tareas en tiempos predeterminados.
“Éstas deberán ser evaluadas al final por un maestro encargado, y los llamados cursos MOOC o cursos online masivos y abiertos, en donde el progreso del curso depende exclusivamente del alumno y donde normalmente no hay un maestro encargado, siendo estos cursos evaluados de manera automática por sistemas previamente configurados”, abundó.
Planteó que, independientemente del tipo de cursos que se vaya a implementar en un aula virtual, éstos deben de ser definidos de manera muy detallada, tomando en cuenta que normalmente el alumno será el encargado de su propio avance sin la necesidad de tener a un docente como guía.
Aula virtual más atractiva
Asimismo, hizo recomendaciones para lograr una clase virtual más atractiva: particularmente, precisó, dependerá del tipo de estudiante al que estará dirigida la clase virtual.
Normalmente, anotó, cuando son alumnos con poca inducción a las tecnologías de información (personas de la tercera edad o sin ningún acercamiento a la tecnología), lo más atractivo es la disponibilidad central del docente y la manera en cómo éstos atienden individualmente a cada alumno resolviendo cualquier duda que involucre tanto cuestiones relacionadas con la materia como las relacionadas con el uso de la plataforma.
Cuando se trata de personas con mucho acercamiento a la tecnología (nuevas generaciones), comentó que una clase interactiva sería más atractiva para ellos, dotando las sesiones en vivo con herramientas claves que pueden ser utilizadas para interactuar de manera directa con el contenido de la materia o con el docente.
En relación con sus experiencias alcanzadas a poco más de un año de haber iniciado sin tiempos de preparación la educación en línea, dijo que independientemente de ser profesional en el área de las tecnologías de información, el impartir una materia de educación en línea representó un gran reto, ya que cambió drásticamente la manera en que fluye la materia; “pareciera que el tiempo corre de manera diferente y la forma en que se concibe al alumno es diferente”.
El docente en los niveles de licenciatura y maestría del Departamento de Ingeniería Industrial, dio a conocer que tuvo que cambiar el modo de impartir sus materias, la manera de evaluar y de presentar cada uno de los temas. “Considero que esto llegó para quedarse y difícilmente regresaremos a la ‘normalidad’ que teníamos antes de la contingencia”.
Plataforma Unison amigable
López Muñoz también consideró que este nuevo proceso digital de enseñanza se torna más amigable, ya que la plataforma ofrecida por la institución, en su caso Teams, cuenta con diversas herramientas que permiten el pase de lista automatizado, un máximo control en la interacción con los alumnos y realizar el seguimiento de cumplimento de tareas y de participación de manera sencilla.
Incluso, indicó que es sumamente importante definir la manera en cómo se llevarán a cabo las sesiones diarias con los alumnos, ya que de eso dependerá rotundamente el desarrollo de una sesión didáctica de calidad.
“Una de las principales problemáticas que han demeritado el uso de este tipo de plataformas es que algunos maestros y alumnos se sienten vulnerables al utilizar las herramientas de colaboración y comunicación que ofrecen estos espacios, ya que a través de un solo clic uno puede exhibir de manera involuntaria a través de la cámara y el micrófono aspectos cotidianos que normalmente son privados o que el usuario no quiere que sean públicos en ese momento”, apuntó.
Finalmente, planteó que la concientización del respeto y la buena convivencia en los entornos digitales a través de programas institucionales y las aplicaciones de leyes y reglamentos que regulen la compartición y tratamiento de información privada de los usuarios, de alguna manera incentivarán a que la convivencia en estos espacios sea un poco más segura.
Naturaleza de contenidos
A su vez, Jorge Estupiñán Munguía, docente de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, comentó que la creación del aula virtual debe considerar el propósito que se persigue, como es la naturaleza de los contenidos del curso, las características de los alumnos, la experiencia previa del profesor y la adecuada selección de plataformas y artefactos digitales, y así considerado, se buscará crear una estrategia didáctica que optimice el proceso de enseñanza aprendizaje.
Opinó que los principales errores que se cometen en la creación de cursos virtuales es trasladar los contenidos al contexto virtual, sin comprender el lenguaje de los medios digitales, sus alcances y limitaciones. “Hay quienes piensan que la enseñanza virtual limita el aprendizaje de los alumnos y quienes consideran que, por el contrario, los recursos virtuales favorecen el aprendizaje significativo, ya que con la multiplicidad de canales de que se dispone, se atienden los distintos tipos de inteligencia y aprendizaje de los estudiantes”.
Estupiñán Munguía conceptuó un curso en línea estructurado para aprender contenidos digitales a través de libros, documentos, videos, audios, interactuar con el resto de los estudiantes y el profesor, hacer tareas, proyectos, wikis y ensayos, entre otras acciones educativas en la modalidad virtual.
“Así, un curso en línea debe considerar los distintos niveles de aprendizaje y los recursos para dinamizar las clases, de tal suerte que podemos incorporar herramientas y artefactos como Moodle, Teams, teléfono celular, WhatsApp, Drive, correo electrónico, Pinterest, Symbaloo, Facebook y Twitter”, concluyó.