Deja Ramiro Ávila Godoy un gran legado en la Universidad y en la matemática educativa

Aleyda Gutiérrez Guerrero

La Universidad de Sonora lamenta profundamente la partida del Dr. Ramiro Ávila Godoy, uno de sus académicos más comprometidos, quien falleció el 8 de octubre, apenas unas semanas después de su jubilación el pasado 1 de septiembre. Su dedicación incansable y su invaluable contribución a la educación matemática marcaron a toda una generación de estudiantes y profesores.

Originario de Empalme, Sonora, el Dr. Ávila Godoy fue un profesionista muy respetado y querido. Su destacada trayectoria como investigador y docente en nuestra alma mater dejó una huella imborrable no solo en la Universidad de Sonora, sino también en el ámbito de la matemática educativa en México.

Con un Doctorado en Ciencias en Matemática Educativa por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, dedicó más de 40 años de su vida al crecimiento del Departamento de Matemáticas. Su trabajo constante y su visión innovadora contribuyeron de manera decisiva a la formación de generaciones de docentes y estudiantes en áreas clave como la didáctica de las matemáticas, el uso de tecnología en la enseñanza, y el cálculo.

A lo largo de su carrera, el Dr. Ávila fue merecedor de reconocimientos. Uno de los más destacados fue el que le otorgó la Sociedad Matemática Mexicana durante el XLII Congreso Nacional de la organización, en honor a sus aportes al desarrollo de la matemática educativa en el país.

Más allá de sus logros académicos, lo que verdaderamente distinguió al Dr. Ramiro Ávila fue su calidad humana. Para quienes lo conocieron, no era solo un maestro de matemáticas, sino un mentor de vida. Su carácter cálido y generoso, siempre dispuesto a escuchar y a guiar, dejó una marca profunda en sus alumnos y colegas. La comunidad del Departamento de Matemáticas lo describió como un profesor que, además de enseñar con maestría su disciplina, transmitía enseñanzas de vida con humildad y sabiduría.

Su compromiso con la educación lo llevó a recorrer México, impartiendo cursos y diplomados para la formación de docentes en todos los niveles educativos, siempre con el firme propósito de mejorar la enseñanza de las matemáticas en el país.

Hoy, la Universidad de Sonora lamenta profundamente su pérdida, pero también celebra su legado, que vivirá en el Posgrado en Matemática Educativa, en los libros, conferencias y materiales didácticos que dejó, y en el corazón de todos aquellos que tuvieron la fortuna de aprender a su lado.

Quiso formar seres humanos integrales

Uno de sus compañeros en la institución, el académico Agustín Grijalva Monteverde, expresó que Ramiro Ávila duró 41 años en la Universidad de Sonora y que la matemática educativa se desarrolló tanto en maestría y como en doctorado gracias al impulso a esa área del fallecido profesor, con quien trabajó muy de cerca.

“Conocí a Ramiro desde que estábamos en el bachillerato en Ciudad Obregón. Fue mi director de tesis tanto en la maestría como en el doctorado. Ramiro siempre fue más que un simple maestro de matemáticas. Se preocupaba por el desarrollo humano de sus estudiantes, buscando siempre ayudarlos a ser seres humanos integrales.

“Fue un maestro que duró 41 años en esta universidad, pero empezó muy joven a ser profesor en la educación básica, tenía más de 60 años de experiencia docente”, compartió.

Mencionó que su amigo y mentor no solo tenía interés en transmitir la cuestión disciplinaria, que casi siempre fue enseñar matemáticas, aunque de joven dio clases de física, de historia y de muchas otras áreas, sino que le preocupaba fundamentalmente ayudar a sus alumnos y alumnas a convertirse en seres humanos integrales.

No solo trataba de transmitir conocimientos disciplinares, sino de utilizar la enseñanza de las matemáticas como un vehículo para fomentar el desarrollo personal y social de sus estudiantes. Siempre lo hizo con una profunda humildad, a pesar de su amplio conocimiento y cultura, comentó Grijalva Monteverde.

La jubilación del Dr. Ávila apenas llegó el 1 de septiembre de este año, por lo que su partida coincide casi con el cierre de su etapa laboral en nuestra institución, un final que refleja su incansable compromiso con la docencia y la formación de nuevas generaciones.

Le sobreviven su esposa, Carmen Leticia Soria, y sus tres hijos: Ramiro, Carmen Leticia e Igor Ávila Soria.

Descanse en paz, Dr. Ramiro Ávila Godoy. Su ejemplo y su dedicación vivirán para siempre en el corazón de la Universidad de Sonora y en cada uno de sus discípulos.