Lin Mendivil Alvarado/
La comunidad china en Hermosillo se enfrenta actualmente a un proceso de aculturación que implica la integración de tradiciones sonorenses a las propias de esta población, reveló María Josee Tánori Ruiz, recién egresada de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora.
Al participar en el foro Historia de la inmigración China en Sonora, comentó que lo anterior es parte de los resultados de un proyecto que ha desarrollado durante los últimos cuatro años; un trabajo etnográfico resultado de participar en algunas de las festividades de la comunidad china y que presentará este año formalmente.
En esta comunidad “lo que más resalta es el fenómeno de aculturación lo cual se refiere a que la comunidad china ha adaptado sus tradiciones, siendo una subcultura están adaptando tradiciones de la cultura dominante que es la sonorense. Por ejemplo, el día que festejaron la independencia de la república popular china, en lugar de festejar con comida china tradicional, lo hicieron con carne asada y ahí es donde se da esa aculturación”, explicó.
Esa ocasión fue el primer año que celebraban con una comida diferente y que no es propia de la cultura china, pero además, en los eventos familiares tampoco ofrecen la comida china tradicional que normalmente se prepara en los restaurantes, añadió.
Tánori Ruiz indicó que este proceso es natural, pues se trata de una subcultura que en algún momento es influenciada por la cultura dominante y en este caso es la sonorense. Comentó que actualmente son alrededor de 100 familias las que componen la comunidad china en Hermosillo y laboralmente se les encuentra principalmente en el ramo restaurantero, ferreterías, papelerías, taquerías y plantas recicladoras.
También reconoció que “es una comunidad que se ha manejado con bajo perfil y ellos mismos manifiestan que eso se debe que inconscientemente lo hacen para no sobresalir, pues cuando sus antecesores lo hicieron, hace 10 años, surgió la persecución y exterminio de los chinos en Sonora”, explicó.
Se trata de un pasaje de la historia de Sonora que ha pasado de generación en generación, no como miedo, sino como algo que sucedió; y reconocen que por esa razón prefieren llevar un modo de vida discreto.