Cuando todo comenzó no fue nada fácil, pero 40 años después, tenemos un programa académico consolidado, de calidad, reconocido, y con lo necesario para ser toda una facultad, aseguró la académica Lilia Encinas Norzagaray al inaugurar las actividades de aniversario de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de Sonora.
Previo a la conferencia magistral ‘De la resistencia al bienestar’ que brindó la psicoterapeuta Ana Gladys Vargas Espínola, la docente habló en nombre del jefe del Departamento de Psicología y Ciencias de la Comunicación, y de la coordinadora del programa de Psicología, Reyna de los Ángeles Campa Álvarez, agradeciendo a los docentes y personal de apoyo por lo que han trabajado para que la licenciatura sea lo que ahora es.
Encinas Norzagaray charló con los más de 120 alumnos asistentes al evento vía plataforma de Teams e hizo una breve reseña histórica de cómo y porqué se creó en 1982 la carrera de psicología que ahora brinda importantes servicios a la comunidad en general.
Fue el 8 de marzo de 1982 que el Consejo Universitario aprobó la apertura de la carrera, que comenzó actividades el 13 de abril del mismo año. Cuarenta años después tenemos un programa educativo consolidado, con calidad académica y una matrícula de alumnos en aumento.
Regresar a conquistar la vida: Vargas Espínola
Luego de un confinamiento prolongado que nos desgastó por lo pesado que fue en muchos sentidos, es preciso aprender a buscar y tener nuestro estado de bienestar, ahora coexistiendo con la enfermedad y rescatando lo que se perdió.
Ana Gladys Vargas Espínola, psicoterapeuta y co-fundadora de la Asociación Tech Palewi A. C., habló sobre lo que se necesita para salir delante de la situación en la que toda la sociedad está viviendo y es el aprender a trascender de un tiempo de confinamiento de miedo al covid 19 y, ahora, coexistir con él.
“Nunca en la historia de la humanidad había habido una pandemia tan agresiva y prolongada; aprendimos a hacer frente a una situación de la naturaleza sobre la marcha y ahora, tenemos que aprender a encontrar y vivir en un estado de bienestar en pandemia”, expresó.
Vargas Espínola, especialista en desarrollo de modelos académicos para la formación en expertos en atención de la violencia en muchos y diferentes entornos, dijo que, desafortunadamente nadie se salvó de las consecuencias pues todos tuvieron algún efecto.
“Todos vivimos algo, todos tuvimos algo, hicimos algo, todos perdimos el control en algún momento y lo más importante ahora es ver nuestra capacidad para levantarnos de una forma enriquecida”, reconoció.
En una charla que traspasó los sesenta minutos, la especialista en intervención de crisis individual y comunitaria habló de la importancia de la resiliencia que no es otra cosa que la resistencia, pues antes de aprender a trascender, lo que tenemos que hacer todos, es aprender a resistir y de una manera saludable.
“Durante la pandemia resistíamos para existir nosotros y cuidar a los demás. Nos adaptamos a una nueva realidad limitada. El problema ahora es cómo salimos cuando todos tenemos un deterioro en nuestra capacidad socioafectiva”, detalló.
Dijo que el confinamiento nos desgastó mucho, y más a los jóvenes pues estaban sometidos a las reglas cuando por naturaleza su actitud y su comportamiento es rebelde. “Esta pandemia afectó nuestra salud mental; nos puso en un estado de estrés que nos llevó a responder violentamente sin medir el riesgo ni la intensidad”.
Ana Gladys Vargas Espínola dijo que ahora, lo común es sentirse triste, estar deprimido, que es más que estar triste o con desánimo, “Tenemos que aprender a resistir y decidir qué es lo que vamos a hacer, sin ser los mismos que durante la pandemia”.
Destacó que en la situación en la que nos encontramos la resiliencia es el único medio para salir adelante por lo que tenemos que analizar lo que ha pasado, pues si no lo hacemos estaremos determinados a repetir los mismos patrones y hasta la crisis.
“El comprender, analizar, reflexionar me ayuda a entender, me saca de la impotencia y del manatamiento; nos permite empezar a recuperar el control para tomar pequeñas y no tan pequeñas decisiones dignificantes y fortalecedoras”, enfatizó.
Lo que sigue, añadió, es actuar en congruencia; aprender a manejar la situación buscando la recuperación del bienestar aunque advirtió que en el proceso puede haber desequilibrios pero debemos tener la habilidad para detectarlos y volver a recuperar nuestro bienestar.
“Lo peor que podemos hacer es negar, no querer aceptar que estamos mal y querer controlar con severidad, restarle importancia o tratar de minimizarlo, justificarlo o tolerarlo; debemos escuchar, escucharme, escuchar el entorno para analizar y comprender, tomar las cartas en el asunto y ser justo con uno mismo”, apuntó.
Vargas Espíndola dijo que hay que ampliar nuestro potencial resiliente comprendiendo lo que pasa, identificando el impacto y las afectaciones que el confinamiento ha traído a su vida emocional y ala de la familia.
Hay que identificar los sentimientos y permitirse sentir; reconocer los afectos y los factores de protección dentro y fuera de la familia; aceptar ayuda y aceptar que la situación difícil va a pasar poniendo atención a las cosas que uno sí puede cambiar y entender las que no puede cambiar.
“Debemos ser flexibles, ponernos objetivos realistas, pequeños y alcanzables a corto plazo; actuar con decisión y perseverancia; confiar en nosotros y nuestra capacidad de autocontrol y actuar siempre con ética haciendo lo correcto para mí, que me dignifique a mí y al otro y que no cause daño a nadie.
“Hay que cuidarse, atender nuestras propias necesidades, permitirse reír, elegir una nueva actitud y darle sentido a lo vivido”, recomendó.