Jesús Alberto Rubio//
Múltiples efectos negativos han tenido la pandemia por covid-19 en el renglón de la seguridad alimentaria en los hogares mexicanos, en particular con niños, adolescentes y jóvenes de 6 a 18 años, afirmó Miriam Aracely Anaya Loyola, académica de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Querétaro.
La coordinadora de la especialidad Nutrición, Actividad física y Salud de aquella institución universitaria, se lamentó de cómo una diversidad de factores socioeconómicos y culturales han impedido durante los casi dos últimos años la buena alimentación, nutrición y salud de ese grupo de población mexicana.
Entrevistada en el programa Alimentación, problema de nuestro tiempo, que produce el Departamento de Investigación y Posgrado en Alimentos (DIPA) de la Universidad de Sonora, dio a conocer una investigación nacional que llevó a cabo relacionada con la salud humana y la disponibilidad de alimentos en el contexto de la actual pandemia.
“Este esfuerzo, mediante la aplicación de una encuesta/cuestionario electrónico enviado a 699 personas, se traduce en tener información de calidad que nos permite conocer los cambios habidos de población afectada por la pandemia, a la vez de tener la oportunidad de proponer, promover y generar renovadas estrategias de atención en el retorno a clases presenciales a los centros educativos.
Previamente, en la introducción del programa, el académico del DIPA José Luis Cárdenas López –esta vez conductor de la edición radial–, señaló que la alimentación es una necesidad básica del ser humano ya que abarca la selección de alimentos, su preparación y su ingestión.
Asimismo, dijo que ese tema representa un gran desafío a lo largo de la historia debido a que depende de diferentes circunstancias que, de alterarse, afectan la seguridad alimentaria. “Sin duda alguna, los hogares mexicanos se vieron vulnerados por la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2.ón”, reiteró.
Inseguridad alimentaria
Anaya Loyola informó que a través de la encuesta detectaron cuánta inseguridad alimentaria se tenía en México, tanto en la población urbana como rural, encontrando que en lo general los hogares estaban impactados por esa situación.
“Nos interesaba saber qué había cambiado; evaluamos el número de personas en casa, que tipo de viviendo habitaba y si era su propietaria o tenía que pagar renta; qué tanta disponibilidad tenía de alimentos (forma de compra y consumo), entre otras preguntas, todo desde el punto de vista económico y cultural, deseando conocer los factores sociodemográficos y psicológicos que afectaba a ese grupo de población.
Recordó las etapas vividas en la pandemia, como el hecho de que los primeros tres meses nadie salía de casa, cerraron comercios, hubo mala distribución de alimentos, pérdida o cambio de trabajos, así como constatar los efectos en la población estudiada por el cambio drástico de estar encerrados-confinados.
La académica invitada definió el concepto de disponibilidad alimentaria señalando que se trata de qué tanto –en cantidad y variedad—se tienen productos alimenticios a nuestro alrededor para así poder elegirlos y consumirlos.
“Por supuesto, éstos podrán variar dependiendo de la temporalidad, aunque en el caso de nuestra investigación vimos cómo el problema era su distribución y escasez en los mercados e inclusive el incremento en los precios de los productos de la canasta básica”, añadió.
Y respecto a la seguridad alimentaria, dijo que ésta se traduce en de varias formas: poder conseguir los suficientes, pero también que a la vez sean inocuos, sin insecticidas o microrganismos, y el consumo de los alimentos variados que la familia requiere.
Episodios de inseguridad
Miriam Aracely Anaya indicó que los cuestionarios hicieron ver episodios de inseguridad alimentaria porque las familias disminuyeron las porciones o bien dejaron de consumir alimentos de forma normal, como el saltarse los alimentos del día.
Informó de más elementos negativos encontrados, como la poca variedad de productos alimenticios por el cierre de mercados y tianguis, incluso el estar confinados en los hogares y el poco uso del transporte, afirmando que todo ello significó un impedimento para que la dieta fuese saludable.
“Disminuyó el consumo de jugos naturales, leche, frutas y verduras y cereales, pollo, huevo, mariscos y otros de la canasta básica”, dijo. Incluso, añadió, la falta de ejercicio provocó aumento de peso en los niños y jóvenes.
Miriam Aracely Anaya Loyola cuenta con doctorado en Biología Nutricional, con énfasis en Nutrición Internacional. (University of California, Davis. USA (2007); es Maestra en Ciencias y Tecnología de Alimentos con énfasis en toxicología de productos cárnicos. (Universidad Autónoma de Querétaro (1996), y Licenciatura en Química. (Universidad Autónoma de Hidalgo. Pachuca de Soto, Hidalgo (1992).