Especialistas universitarios hacen un llamado a la acción contra la emergencia climática

“El tiempo de actuar ya y no después ante tan grave amenaza para la vida humana”: Carlos Lizárraga Celaya

Jesús Alberto Rubio//

La atención y esperanza del mundo se encuentra centrada en la Conferencia de Partes (Cop26) convocada por las Naciones Unidas con sede en la ciudad de Glasgow, Escocia—que se desarrolla del 31 de octubre al 12 de noviembre–informó Carlos Lizárraga Celaya, profesor investigador del Departamento de Física e integrante del del Cuerpo Académico de Ciencia y Tecnología del Agua de la División de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Sonora.

Informó que a la Conferencia están citados los 196 países que firmaron el Acuerdo de París del 2015, entre ellos México, evento en el que se comprometieron a la reducción en un 50% de sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030 y así completar el proceso de descarbonización completa de sus economías nacionales para logar tener cero emisiones de gases para el 2050.

Con estas acciones, planteó, se garantizaba que el aumento de la temperatura promedio global de la atmósfera no rebase los 2ºC, señalando que la importancia del Acuerdo de París del 2015 es detener el crecimiento de emisiones de gases como el CO2 (bióxido de carbono), NH4 (metano), y otros.

Desde 1988, indicó, los científicos de la NASA observaron que la concentración de este tipo de gases estaba incrementando y emitieron una alerta, por los que las Naciones Unidas establecieron un Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, ver: https://www.ipcc.ch), emitiéndose su primer reporte del estado del cambio climático, donde se describen los últimos avances de estudios científicos sobre los efectos en la atmósfera, zonas continentales y árticas.

“Ha habido seis reportes del IPCC, siendo el más reciente el quinto reporte en 2014 y la sexta valoración se publicará en 2022”, añadió Lizárraga Celaya.

Reunión virtual informativa
Con relación al tema, se tuvo una conversación mediante la plataforma Zoom coordinada por Carlos Lizárraga, con la intervención de Carmen Isela Ortega Rosas, profesora titular de la carrera de Licenciado en Ecología en la Universidad Estatal de Sonora; Alan Navarro Navarro, profesor investigador de El Colegio de Sonora y el Centro de Estudios en Gobierno y Asuntos Públicos.

Asimismo, participaron Julio César Rodríguez y María Cristina Peñalba Garmendia, académicos de los departamentos de Agricultura y Ganadería, y el de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Dictus), respectivamente, además de también ser integrantes del Cuerpo Académico de Ciencia y Tecnología del Agua de esta casa de estudios.

En la entrevista señalaron que en fecha reciente la Universidad de Sonora participó en la organización del 11º Congreso Nacional de Investigación en Cambio Climático y Tercer Congreso Latino de Investigación en Cambio Climático, organizado por el Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM (PINCC, ver: https://www.pincc.unam.mx ).

Hicieron ver que nuestra casa de estudios ha venido colaborando con el PINCC en seis ocasiones en la coordinación de la sede regional Noroeste del evento, cuyo objetivo es promover la participación de investigadores de las instituciones de educación superior e institutos de investigación, organismos públicos, miembros de organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil del noroeste del país y sur de Estados Unidos.

Informaron que el 11º Congreso Nacional de Investigación en Cambio Climático y al 3er Congreso Latino de Investigación en Cambio Climático, –realizado del 18 al 22 de este mes—participaron expositores de diez dependencias de la UNAM, 26 universidades públicas de México, tres entidades del gobierno federal y cuatro estatales; tres representaciones de la organización civil, nueve entidades académicas de Latinoamérica y dos organismos internacionales. “Asimismo, es en los últimos tres congresos, ya se han involucrado académicos de instituciones de Guatemala, Perú, Costa Rica, Venezuela y Colombia.

Destacaron que entre las conclusiones y recomendaciones de los dos congresos resaltó en especial el llamado a la acción contra la emergencia climática.

María Cristina Peñalba citó que en ese evento hubo nueve conferencias magistrales, un panel, una mesa de discusión, y participaciones con ponencias, sumando un total de 149 ponentes –hubo un registro de mil 542 asistentes virtuales y de ellos, mil 153 fueron de México–, abordando temas relacionados con la educación y pedagogía, evaluación del clima e impactos, vulnerabilidad, adaptación y migración humana, política climática, seguridad alimentaria, mitigación, entre otras temáticas, entre otros.

Destacó que en esas ediciones siempre procuran la participación y el apoyo colaborativo de investigadores de El Colegio de Sonora (Colson), la Universidad Estatal del Noroeste (UES), el Instituto Tecnológico de Sonora (Itson), la Universidad de la Sierra, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), la Universidad Autónoma de Baja California (UABCS), además de diversos sectores del gobierno Municipal y del Estado.

El Programa de Investigación en Cambio Climático
El llamado de atención a tan grave problemática ha sido bajo el liderazgo en nuestro país, desde un inicio por el PINCC de la UNAM e indicaron que ya se llevan doce años organizando un conjunto de acciones y eventos para la difusión sobre esta emergencia ambiental, siendo ya notorios los avances positivos al facilitar la organización de los investigadores nacionales e internacionales en la acción de difundir y establecer plataformas de participación sobre el tema.

“El PINCC adicionalmente ha logrado conseguir fondos para promover convocatorias anuales de apoyo a proyectos de investigación en el tema interdisciplinario de cambio climático, y donde cada vez hay mayor participación de investigadores de la propia institución, de otras del país y el extranjero”, comentaron.

Carlos Lizárraga indicó que por su impacto y relevancia en el tema central de cambio climático el Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), ha sido convertido en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, con cual se fortalecen las actividades de monitoreo atmosférico, ambiental, estudio de escenarios climáticos, desarrollo de nuevos conocimientos y también participar en el establecimiento de Normas Oficiales Mexicanas sobre Medio Ambiente.

“La evolución del Centro a Instituto se alineó a las necesidades de la Universidad, el país y la región y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030”, dijo, dando a conocer que mantiene un amplio repositorio de múltiples publicaciones y datos meteorológicos disponibles para ser descargadas del sitio http://www.pincc.unam.mx .

Alan Navarro manifestó que la organización se mantiene con base al interés y compromiso que tienen, haciendo un llamado a la acción para enfrentar y mitigar las consecuencias de la emergencia climática, procurando que cada congreso permita la amplia participación de estudiantes, académicos y diversos actores de los otros sectores, convirtiendo dicho Congreso en un evento de difusión y conexión con académicos, público y la sociedad civil.

En ediciones presenciales anteriores había habido un aumento en la participación de un número importante de grupos de la sociedad civil que se suman al esfuerzo conjunto por mitigar y enfrentar la la grave problemática del cambio climático, señaló.

Acuerdo de París
“Ya estamos más cerca del 2030 y vemos que la mayoría de los países no hecho lo que prometieron ya que sólo 143 países han reducido sus emisiones en un 9% respecto al 2010 y 71 de ellos afirmaron que van a alcanzar cero emisiones de carbón para el 2050”, dijo Carlos Lizárraga.

Adelantó que “veremos a partir de la tan esperada Conferencia de las Partes (Cop26) promovida por las Naciones Unidas, donde presenciaremos que no todos los países han tenido avances, ni han cumplido con sus compromisos en sus acciones de disminución de emisiones y, como resultado si no se logran mayores avances terminaríamos para finales del siglo con un aumento de 2.7 grados de acuerdo con el reporte del 17 de septiembre de este año”.

Lo cierto, subrayó, es que de manera urgente ya no deben emitirse gases de efecto invernadero para que la temperatura al final del siglo no pase más de dos grados, respecto a la Era preindustrial (1850). Sin embargo, reiteró, “no hemos hecho mucho al respecto”, recordando que en el 2018 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) revisó las propuestas de compromisos de París y propuso hacer un esfuerzo adicional para no rebasar los 1.5 grados como enorme meta global.

Sin duda, puntualizó, “necesitamos ajustar los compromisos y presionar a los países para que se cumpla el reto de poder llegar 1.5 grados. Cada logro de diminución de 0.1 grado, significa mejorar el futuro de nuestro planeta”.

María Cristina Peñalba hizo la observación de que “hemos estado perdiendo biodiversidad por las actividades humanas y los efectos del cambio climático son devastadores. El cambio climático ya está aquí, ya llegó, no es algo que no nos va a afectar. Observamos a diario los daños de eventos extremos como son las sequías, olas de calor, lluvias torrenciales, huracanes y tormentas más intensas”. Planteó que, tanto los daños materiales., como la cantidad de personas afectadas es cada vez mayor y que, lo cierto, es que el cambio climático no afecta a todos por igual. “Siempre los efectos serán mayores en los sectores más vulnerables de la población”.

Afirmó que se tiene que hacer ese esfuerzo-compromiso moral para heredar un planeta sano a las generaciones futuras ya que de no ser así se pone en riesgo la sobrevivencia misma de la humanidad.

El reto más grande
Carlos Lizárraga señaló que el calentamiento global propicia la aparición de nuevos y nuevas enfermedades, a forzar la migración poblacional a regiones más habitables, intensifica la escasez del agua, lo cual afecta los cultivos agrícolas y pone en riesgo la misma producción de alimentos.

“Es el reto más grande que enfrentamos es frenar los efectos de cambio climático ya que como resultado de las actividades humanas hemos modificado la estabilidad climática que permitió la evolución de la vida como la conocemos y el futuro es incierto”, reiteró y subrayó que el futuro de nuestra sociedad depende de las acciones que tomemos en los próximos ocho años para mitigar y adaptarnos a la actual emergencia climática.

“Necesitamos ajustar los compromisos y presionar a los países para que se cumpla el reto de no rebasar los 1.5 grados para final de siglo”.

Indicó que en el sitio Rastreador del Clima (https://climateactiontracker.org/countries/), podemos ver los avances de los países, catalogados por grupos, donde se aprecia que dentro del grupo de 15 países cuyas acciones climáticas han sido altamente ineficientes, “México está entre ellos”.

Dijo que existe una lucha de intereses a nivel mundial por mantener la industria de petróleo, que son energías sucias (contaminantes), como el carbón y combustóleo. “En México, la CFE aún consume combustóleo en la planta de Tula, Hidalgo, para generar energía eléctrica, y por otro lado las inversiones públicas en energías limpias son muy limitadas.

Por ello, afirmó que somos objeto de crítica, por no cumplir los compromisos que se firmó en los Acuerdos de París.

En Sonora
Por su lado Carmen Isela Rosas, afirmó que las universidades, como otras instituciones estatales, también pueden jugar en este contexto un papel decisivo, adquiriendo un compromiso de ayudar a otras instituciones, mediante diversas estrategias a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50 porciento al 2030 respecto a las emisiones de 2010, y señalar cuál es su visión a mediano plazo (2050) para que las emisiones sean neutras respecto a los gases de efecto invernadero.

“Cada institución debe decir que tanto va a reducir sus emisiones de aquí a ocho años y luego al 2050, en que ya no estemos usando energía eléctrica generada por combustóleo, combustibles fósiles, carbón, y sí en cambio utilizar la energía solar, eólica y nuclear a fin de que las emisiones de C02 sean nulas”, dijo.

Lo mismo sucede, añadió, con el uso de los plásticos y la generación de basura. Hemos contaminado el planeta a tal grado que los plásticos ya han ingresado a nuestra cadena alimenticia. “Comemos lo que desechamos”. También, advirtió, los rellenos sanitarios son finitos, contaminantes del agua y medio ambiente, por lo que se debe buscar reducir la generación de basura, mediante planes de una economía circular.

Julio César Rodríguez afirmó que en el tema de Agricultura hay muchos retos por vencer ya que el cambio climático ha modificado los patrones de clima, y por lo tanto los volúmenes de precipitación.

“El aumento de temperatura provoca un aumento de demanda de humedad por parte de las plantas y cultivos; esto provoca una mayor evaporación y llegará un momento en que la Agricultura se ponga en riesgo como actividad y la disminución en la producción de cosechas no sea capaz de producir los alimentos necesarios para la población.

Señaló que se puede desarrollar una agricultura sustentable, regenerativa, que ayude a aminorar las emisiones de gases de efecto invernadero y mantenga la salud de los suelos y de los ecosistemas vecinos. “Sin embargo, aún existen prácticas de labranza que dañan estos ecosistemas, disminuyendo la capacidad de captura de carbono, por lo que aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero”.

Coalición de universidades
Lizárraga Celaya planteó que existe una coalición de universidades por el cambio climático (UC3 – https://secondnature.org/initiative/uc3-coalition/), donde la mayoría de ellas, como la UNAM y el Tecnológico de Monterrey han publicado su plan de acción climática donde se comprometen para cierto año transitar de energía eléctrica generada por hidrocarburos a la solar o eólica.

“Aparte de los compromisos individuales de disminuir nuestra huella de carbono, debemos participar en los colectivos de nuestras instituciones, definiendo urgentemente los planes de acción climática a nivel local, nivel municipal, nivel estatal y luego a nivel nacional para reducir nuestras emisiones de carbono en un 50 porciento respecto a los niveles de 1990”, abundó.

Aseguró que el costo de inacción será más caro si no reducimos anualmente en un 9% nuestras emisiones. “Estamos riesgosamente forzando la estabilidad climática de nuestro planeta, y no sabemos si pronto llegará un punto de no retorno, el cual nos llevaría a un futuro que ponga en riesgo a la humanidad misma. El tiempo de actuar es ya, y no después”.