Jesús Alberto Rubio/
La arquitectura patrimonial nos da grandes conocimientos y enseñanzas sobre aciertos y errores, ya que en todas las etapas de la historia se han diseñado y construido buenos, regulares y malos edificios, afirmó Juan Luis Loredo López, profesor investigador del Departamento de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Sonora.
Al intervenir en el II Seminario de Vivienda y Comunidades Sustentables, efectuado en el auditorio del Centro de las Artes, planteó que se debe aprovechar la experiencia de los denominados “mapas de ruta”, toda vez que el patrimonio da una idea de lo que ya se hizo y de esa forma poder operar en función de lo que ya está, sin tratar de descubrir el “hilo negro” o depender de equipos costosos y despilfarro de energía.
Es necesario, dijo, saber qué se intentó y se logró en el pasado como un mapa de ruta, y así llegar en el presente a un puerto seguro. Asimismo, planteó de manera reiterativa que “no debemos hacernos tontos”, ya que nuestra responsabilidad profesional es no ceder ante la mercadotecnia y la idea de progreso.
Sostuvo que el patrimonio arquitectónico es el escenario del pasado humano y la memoria construida que se debe valorar en toda su dimensión, reconociendo su valor formativo y su capacidad de generar riqueza y crear conocimiento.
En el evento organizado por el Laboratorio Nacional de Vivienda y Comunidades Sustentables (Lnvcs), del Departamento de Arquitectura y Diseño, dijo que a tan importante campo disciplinar hay que considerarlo como una fuente histórica, ya que ilustra diferentes aspectos de la vida humana.
Mejor hábitat al ser humano
Juan Luis Loredo afirmó que la labor prioritaria de todo arquitecto es hacer un mejor hábitat al ser humano, dándole vida y respuesta a las necesidades de los conglomerados sociales de cada tiempo histórico y de lugar de la tierra, trabajándose siempre de manera adecuada sobre el clima prevaleciente.
Hizo referencia a que en el pasado histórico el mundo vivía más de acuerdo al entendimiento y necesidades de territorio, y que, en contraste, hoy el hombre gasta demasiado en la utilización de energías convencionales sin hacer un uso racional de la que realmente se requiere.
Por ello, se preguntó “¿cómo hacerle para ser menos depredador del ambiente?”, lamentando el hecho de que en la arquitectura se utilicen materiales “novedosos” que no van a responder a la necesidad de confort ni con lo que en la realidad es la sustentabilidad habitacional, y en cambio sólo cumplen con lo visual y estético del momento.
“No hay que seguir con la idea de prestigio-modernidad, cuando en realidad tenemos que ser honestos construyendo cosas buenas tomando el aprendizaje de lo mejor para ser parte de un todo en un proceso histórico de una sociedad que evoluciona”, reiteró.
En su conferencia La industria del siglo XIX en Sonora. Lecciones de sustentabilidad en el patrimonio construido, también habló sobre vestigios constructivos con el uso de materiales tales como el tabique y el ladrillo, aunado a técnicas constructivas propias de edificación, lo que corrió parejo a la consolidación de los espacios destinados tanto a la producción, como aquellos destinados a las villas y poblaciones en un territorio en constante cambio, en el contexto de la primera etapa de industrialización en Sonora durante el segundo tercio del siglo XIX.