Paula Trespalacios Argain//
En la Universidad de Sonora están inscritos cerca de 90 estudiantes que tienen alguna condición de discapacidad. Uno de ellos es Armando Ramos Salazar, estudiante de séptimo semestre de la Licenciatura en Cultura Física y Deporte, a quien no lo detiene estar en silla de ruedas y presentar problemas con la vista, oído y habla: está a un semestre de concluir su carrera y acaba de ser reconocido como estudiante destacado de la máxima casa de estudios en Sonora.
En busca de cumplir su sueño de ser maestro de educación física, Armando ingresó a la licenciatura después de sufrir dos derrames cerebrales, 2010 y 2011, en algún momento pensó que truncarían su vida, pero el anhelo que tuvo desde pequeño lo hizo buscar su preparación académica.
“Pensé que mi vida se había truncado y me dediqué a hacer terapia, viendo que no avanzaba tomé la decisión de entrar a la universidad a terminar mi educación, tenía en mente estudiar para maestro de educación física, me informé y supe que en la Unison podía ingresar, por lo que comencé a prepararme para el examen, hice el examen y gracias a dios se me dio quedarme en la carrera”, comentó.
Aunque no ha sido fácil, reconoció que ha contado con el apoyo incondicional de sus maestros y su tutora, la jefa del Departamento Ciencias del Deporte y de la Actividad Física, Graciela Hoyos Ruiz, quien lo integró no solo a la carrera, sino también a un grupo de universitarios que tienen alguna discapacidad.
“Al principio fue difícil para mí porque tenía más de ocho años que no estudiaba, se podía decir que estaba algo empolvado, pensé que no la iba a poder hacer, pero conforme pasó el tiempo y los semestres me fui dando cuenta que todavía tenía la capacidad de estudiar a pesar de mis limitaciones, de que no veo bien, no escucho bien; me fui adaptando a salir lo mejor posible, al contenido de los maestros; cómo recibir las clases y aprender, yo quería realmente aprender y no estar perdiendo el tiempo, yo quería demostrar que yo venía a aprender y que me gustaba lo que yo estaba haciendo”, añadió.
Mencionó que otro apoyo importante es el de su mamá Francisca Salazar López, pues sin ella no hubiera logrado cursar sus estudios profesionales, pues ella es quien le ayuda a escribir, tomar notas, realizar los exámenes y en todos sus traslados a la Universidad, canchas deportivas o al gimnasio.
Así como en la universidad encontró un espacio incluyente para él y sus compañeros, confía que en el mercado laboral las cosas no sean diferentes, por lo que espera que al concluir pueda ejercer su profesión sin discriminación.
Consiente de su situación brindó un emotivo mensaje: “yo le quiero decir a todos los estudiantes con alguna discapacidad, que la discapacidad más grande que tiene el ser humano es el miedo, el miedo de intentar cosas nuevas, el ingresar a la universidad, quizá el miedo de no poder, miedo al que dirá otra gente, pero no, yo estoy demostrando que cuando se quiere algo se puede lograr a base de esfuerzo, tenacidad y entusiasmo por hacer algo que realmente te gusta”, dijo.
Armando forma parte de la sociedad de alumnos con discapacidad y ha participado como ponente en congresos internacionales del área de la cultura física y deporte.