Jesús Alberto Rubio//
La industria del bacanora representa hoy una actividad muy productiva al alcanzar una derrama económica de 90 millones de pesos al año, con una aceptación y demanda cada vez más creciente en los mercados de México, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Dinamarca, Japón, Bélgica y Holanda, afirmó Pavel Raúl Dennis Quiñónez, director administrativo del Consejo Sonorense Regulador del Bacanora (CSRB).
Entrevistado en el programa Economía y Sociedad que se transmite por Radio Universidad, el también académico del Departamento de Economía de esta casa de estudios, destacó que la producción anual de esa bebida tradicional, la única de Sonora que tiene la denominación de origen entre las 19 de su tipo en México, se ha incrementado de 300 mil a 3 millones de litros.
Esta industria, comentó, se ha convertido en 35 municipios serranos sonorenses donde se produce el bacanora, en la segunda fuente alternativa económica más importante después de la ganadería.
“Hoy tenemos siete empresas con certificación que cumplen con la normatividad, lejos de la totalidad de los mil productores que existen, pero desde el 2018 ya empezamos con los esquemas de incorporación y certificación”, indicó.
Planteó que los grandes retos son garantizar el abasto de la materia prima, el agave, en los próximos diez años, para así lograr cosechas anuales que respondan a la gran demanda y con ello tener una estabilidad mayor en ese aspecto.
Dijo que también buscan la formalización de los productores distribuidos en los 35 municipios serranos –son más de mil— a fin de que sean certificados como ya sucede con los siete productores, lo cual representa el 10 por ciento de la producción total del bacanora.
“Ese 90 por ciento de informalidad hay que pasarlo a la formalidad ya que existe demanda del producto en el mercado; esto es un gran reto para los próximos cinco años a fin de tener suficiente materia rimar en las plantaciones, además de que se genere esa anhelada transición”, reiteró.
Al respecto, señaló que continúan con el trabajo de concientizar al productor en cuanto a sacarlo del esquema de informalidad, reiterándole que la formalidad del negocio le permitirá mejor rentabilidad.
Por una industria sustentable
Al abordar el tema El bacanora y su impacto económico en Sonora, el licenciado en Administración Pública, con Maestría en Comercio Exterior y Aduanas por la Universidad de Sonora, informó que actualmente existen mil hectáreas de agave en Sonora, cuando hace seis años había sólo 150, lo cual representa un impacto importante para que en los próximos años industria sea sustentable.
Pavel Raúl Dennis hizo hincapié que las mil hectáreas fueron plantándose de manera escalonada, teniéndose algunas en producción y otras en etapa de crecimiento, pero que lo importante es que en los próximos cinco años los tres millones de litros actuales habrán de aumentar, “algo por demás importante para la industria, obviamente cuidando los impactos ambientales (heladas)”.
Dio a conocer que el valor de una hectárea, de una inversión de 150 mil pesos para ser cosechada, se puede tener rentabilidad de un millón de pesos por hectárea. Además, dijo que es una planta que consume poca cantidad de agua, –necesita 15 litros de agua al año— y que, obviamente, si le dan riego, se tendrá mayor capacidad de tener mejor condiciones de desarrollo, producción y rentabilidad.
Convenio con Unison, Cbtas e industrias mineras
Informó que, con el fin de aumentar la producción y reforestación del cultivo del agave, el consejo bajo su administración firmó en fecha reciente convenios de colaboración con la Compañía Minera Grupo México y la Asociación Minera de Sonora.
“Buscamos garantizar la reproducción del agave estableciendo plantas de agave en sus invernaderos para tenerla disponible y llevarla a las plantas comerciales ubicadas en la zona serrana sonorense”, indicó.
En ese proceso de vinculación destacó que también recientemente firmaron un convenio con los Centros de Bachillerato Tecnológico Agropecuario y la Universidad de Sonora, teniendo el objetivo de crear, en el las instalaciones del Departamento de Agricultura y Ganadería, un Centro de Referencia de Agave, cuyo propósito es convertirlo en una plantación modelo donde se ofrezca capacitación y se oriente sobre esquemas de utilización de riego y todo aquel conocimiento que pueda transferirse a la parte productiva.
Identidad sonorense
Dennis Quiñónez dijo que el bacanora es una bebida representativa de los sonorenses, con identidad propia y las ventajas de poseer una denominación de origen, lo cual es un distintivo a nivel mundial.
“Es la medalla que en ese sentido tienen los municipios que los identifican como únicos en producir este líquido, hoy de gran impacto como lo son el tequila y mezcal”, expresó, señalando que el bacanora genera una gran cadena productiva generando esa derrama económica anual de 90 millones de pesos, cantidad que no es nada despreciable para una industria que aún está en proceso de desarrollo.
A la industria del bacanora, puntualizó, se le reconoce como un producto con valor agregado y todos los que están involucrados en sus procesos de producción tienen importante presencia en el mercado.
“Se le conoce como una “bebida espirituosa”, pero hablando en el concepto científico, es realmente una variedad de un agave que se elabora a partir de la jima, cocimiento, molienda, fermentación y destilación de los jugos que se extraen de la materia prima, terminando en un líquido alcohólico”, indicó.
300 años de vida
Pavel Raúl Dennis recordó que la bebida tiene más de 300 años de existencia en Sonora, a partir de los nativos de la etnia ópata que la elaboraban mediante un fermento del agave, pero que cuando la fusión con los españoles, éstos traían la técnica de la destilación para producirla destilada.
Sin embargo, hizo referencia a cómo durante más de siete décadas el bacanora fue considerado ilegal luego de que el exgobernador de Sonora, Plutarco Elías Calles, expidió una ley de prohibición en 1915 que impedía fabricar, importar y vender cualquier tipo de bebidas embriagantes en dicho estado.
A raíz de esta ley, indicó, se comenzó a perseguir a quienes se atrevían a burlarla, provocando que sus productores se aislaran en la sierra para seguir elaborando la bebida de manera clandestina. “Fue hasta 1992 cuando se regularizó su producción nuevamente y se consideró una alternativa o una opción de desarrollo económico en el estado”.
Cuando se eliminó el decreto expedido por Elías Calles, se encontró una industria por los suelos, de ahí que, afirmó, se comenzara a establecer acciones para incentivar a los productores a que retomaran esa actividad.
Esos 77 años, señaló, impidieron que los productores pudieran desarrollar la industria, dejándola desbastada sin plantaciones de agave silvestre, el que se fue acabando porque no había esquema de repoblación.
Más tarde, añadió, en el año 2000, recordó, el Instituto Mexicano de la Propiedad (IMPI) otorgó el reconocimiento de denominación de origen. “Todo este proceso representa un parteaguas de la industria de antes a la de hoy, con ordenamiento y marco normativo a la cadena productiva del bacanora”, sostuvo.
La certificación
Paul Raúl Dennis Quiñones informó que el consejo regulador es un organismo que otorga a los productores certificados acciones de capacitación, visitas de evaluación de sus fábricas y asesorías para adecuaciones pertinentes para sus procesos de producción. “Apoyamos desde que el productor va a solicitar su registro, hasta el inicio del proceso de certificación”. Dijo que también sirve de soporte en servicios y la generación de estadísticas de la industria en cuanto a materias primas y comportamiento anual de la producción.
“Cuando se logra la certificación, se otorga un holograma que distingue a los productores por cumplir con la norma oficial”, destacó.
Aseguró que hoy se garantiza efectivamente que el consumo del bacanora esta apegado a la Norma Oficial Mexicana. “No ha sido un proceso fácil, por los esquemas de informalidad y quienes se están animando a entrarle, tienen que hacer adaptaciones en sus equipos y herramientas de trabajo para cumplir con las normas vigentes, incluso sanitarias porque es un producto que se consume (por el) humano”, dijo.
Incluso, añadió, se garantiza desde la materia prima al producto terminado, embasado y proceso de comercialización, dando seguimiento a esas etapas cumplan con la norma oficial.
Informó que ya en el año 2004 se trabajó con la Norma Oficial Mexicana del bacanora –entró en vigencia el año pasado— que regula la producción ya que para saber lo que se consume, debe de haber un organismo que avale lo que dice la etiqueta.
Posteriormente, en el 2006, concluyó, se creó un organismo que diera certeza al cumplimiento como es precisamente el Consejo Promotor de la Regulación del Bacanora (2006), y un año después de publicarse en el Diario de la Federación.