Aleyda Gutiérrez Guerrero//
Aceptación de la identidad de género autopercibida, hacerla pública, enfrentarse a la discriminación de la sociedad, de las instituciones, incluidas las de educación superior, y en ocasiones hasta al rechazo de la familia, son algunas situaciones que enfrentan las personas miembros de la comunidad LGBT+.
María Fernanda Juárez Velarde forma parte de la comunidad trans y explicó que la identidad de género autopercibida es la convicción manifiesta de saberte pertenecer a un género, a otro o a ninguno, percepción que se conoce a partir de ciertas capacidades autónomas que cada persona tiene.
La estudiante del Doctorado en Desarrollo Regional, en la línea de estudios de género, en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), reveló que la aceptación de esta identidad de género ocurre en primer lugar a nivel personal, y por otro lado, es aceptar esa identidad para hacerla pública, porque son dos cosas diferentes.
“Las personas trans somos aquellas cuya identidad de género no corresponde con el sexo-género que nos asignan cuando nacemos; es decir, si cuando tú naces te denominan varón pero tú no te identificas con esto o desde tus capacidades sabes que eres una mujer”, compartió.
Si por el contrario, sí coincide o sí se corresponde la identidad de género manifiesta con el sexo- género se le identifica con el término cis. “Si naces mujer y te identificas como mujer, eres una mujer cis”, aclaró.
Las personas cis, señaló, no pasan por ese proceso de aceptación en cuanto a la identidad de género, pero también cuentan con ella, sólo que las personas trans tienen que enfrentarse a una discordancia al asignárseles un género con el que no se identifican.
“El proceso de aceptar esta discordancia es difícil, porque la aceptación en el caso de las personas trans implica ser rechazada, marginada, vivir violencias, ser víctimas, y pues quién en su sano juicio va a aceptar una trayectoria de vida que sabe que le va a acarrear discriminación, prejuicio, precariedad, evidentemente nadie desea vivir estos males sociales.
“Sin embargo, vivir una vida desarrollando una identidad de género que no te corresponde es un esclavitud, es en sí mismo un tipo de violencia. Entonces las personas trans llegamos a un punto en el que evaluamos qué es peor, aceptarnos y asumir todo lo que implica, o continuar siendo la persona que la sociedad quiere que seamos, pero también cargando con la violencia de no poder desarrollarnos libremente, porque es un derecho humano el desarrollo libre de la personalidad”.
Sin embargo, indicó, todos estos males se pueden ir enfrentando en la medida en que más personas trans se van sumando a su población, ya que entre más son, más se fortalecen, se visibilizan y van haciendo frente a todas esas violencias para que las generaciones nuevas ya no vivan de esa manera.
Y en cuestión de una aceptación a nivel familiar, social, institucional, en los diferentes espacios de la vida pública como escuelas, restaurantes, trabajo, centros de salud, etcétera, es muy variada, dijo, pues en todos esos escenarios no hay una sola respuesta que se pueda dar, pues hay una variedad de matices en cuanto a la aceptación.
“A nivel familiar te puede tocar un núcleo que te acepte perfectamente; sin embargo, tampoco es simple, siempre pasarán por un proceso, puede ser que lo acepten y amen a su familiar tal cual, pero también están los casos extremos en los que te corren de tu casa, y en medio hay una variedad de expresiones donde te pueden aceptar, pero a medias, y es como un vaivén y es un proceso, igual sucede en los espacios públicos”, mencionó.
Realiza estudio trans
María Fernanda Juárez es psicóloga y maestra en Ciencias Sociales por la Universidad de Sonora, y en este posgrado su proyecto de investigación fue un Estudio trans —así se denomina la disciplina—, en el cual se dio a la tarea de conocer los retos a los que se enfrenta la población trans, específicamente de Hermosillo, y uno de los ejes de análisis versó en las diferencias históricas, generacionalmente hablando, los distintos retos o desafíos que enfrentan, así como la discriminación o segregación, y por medio de este estudio, como mujer trans en diálogos con otros miembros de la población trans, encontró que sí hay avances o disminución en cuestión de discriminación.
Que la legislatura actual haya aprobado recientemente un proyecto de iniciativa de ley que específicamente está pensado como un derecho para la población trans ya es un cambio, una transformación, indicó. “Y se dio porque generaciones atrás hicieron lo propio con lo que podían, a lo mejor sobrevivir, resistir o no morir era lo más que podían hacer, y lograron que la generación actual tuviera un escenario más tranquilo y pudieran hacer efectivo el derecho al renacimiento de la identidad de género.
“Faltan más derechos, por supuesto, y sí considero que las cosas han mejorado, pero también hay que tener otras consideraciones, porque yo María Fernanda Juárez Velarde, pude acceder a un posgrado con ese nombre y pude titularme plenamente como maestra en Ciencias Sociales y después ingresar a un doctorado, pero otros compañeros y compañeras a lo mejor no pueden hacerlo de la misma manera”, expresó.
Destacó que las realidades también son individuales, que no se puede hablar de una realidad homogénea o absoluta, sino que hay una variedad de matices, por eso la bandera de colores los identifica, porque es una diversidad.
“No todos tenemos las mismas oportunidades y nos enfrentamos a los mismos obstáculos, pensemos en una persona trans indígena, con discapacidad, o mayor de 60 años, hay diferentes situaciones que nos dan una mayor o menor vulnerabilidad, más herramientas para enfrentarlas, o menos lo cual recrudece la discriminación”.
En cuestión de discriminación, concluyó que sí hay un cambio, qué tan grande o pequeño eso no lo sabe, pero cada avance, por pequeño que sea lo agradecen, porque saben que poco a poco irán logrando otros más trascendentales, aunque reconoce que aún falta mucho por trabajar.
Avance en la aceptación
La líder y fundadora de la agrupación Sonora trans, que está en vías de consolidarse como asociación civil, resaltó el trabajo colaborativo que realizan, donde están unidos varios nombres, rostros y talentos de personas trans haciendo posible los logros conseguidos.
Informó que el día 2 de febrero entró en vigor una reforma a la Ley del Registro Civil, que permite que las personas trans puedan rectificar su identidad de género de manera plena en el acta de nacimiento, y a su vez, esto permite que todos sus documentos de identidad como credencial del Instituto Nacional Electoral (INE), la CURP, certificados, cuentas bancarias, pasaporte, etcétera, puedan homologarse con la identidad de género manifiesta y percibida.
“Esto nos habla de una aceptación social muy importante, donde las instituciones a nivel documentario aceptan nuestra identidad de género al hacerla válida, legítima. Esto no viene a resolver todos los problemas, pero se puede decir que la aceptación a nivel social ya está avanzando”, aclaró.
Esta reforma a la ley es un logro que para Juárez Velarde no pasa desapercibido, considera que hay otro logro igual o más importante, y es el haberse consolidado, porque aunque siempre han existido en comunidades, porque es más fácil sobrevivir en unión, ahora hay una mirada global, que comparten todas esas células o agrupaciones y por ello han podido consolidarse.
“En Sonora trans hacemos lo propio y perpetuamos o reproducimos esta mirada de que somos personas trans, queremos agruparnos en una sola comunidad, tener ciertos objetivos específicos, el primero de ellos es precisamente hacer comunidad, tener incidencia política y visibilizarnos”, resaltó.
Rectificación trascendental
María Fernanda, de 36 años, y originaria del puerto de Guaymas, contó que cursó la Licenciatura en Psicología en la Universidad de Sonora, pero que en ese momento todavía no se asumía ni vivía como mujer por el miedo a ser discriminada.
Tras egresar en el 2009 comenzó a trabajar en una preparatoria como docente, pero al hacer pública su identidad de género fue discriminada y separada de su puesto, y enfrentó una vida muy precaria; afortunadamente, reveló, después encontró una institución que la aceptó como mujer, aun cuando sus documentos no correspondían a su identidad.
Tuvo oportunidad de rectificar su acta de nacimiento en el año 2017 en la Ciudad de México, porque en la capital del país existe esta posibilidad desde 2014, y después solicitó a la Universidad de Sonora que rectificara su título de licenciatura, y declaró que la alma mater lo hizo de manera digna, expedita y gratuita.
“Me siento muy contenta con este gran logro porque le abre la puerta a las mujeres y hombres trans para que puedan hacerlo; espero que todas las demás universidades hagan lo propio, tanto públicas como privadas.
“Gracias a esto, en el año 2018 ingreso a un posgrado en la Universidad, ya como mujer, y me dan la oportunidad de hacer un Estudio trans, eso también, en cuanto a las investigaciones, abre un nicho importante”, indicó.
Resaltó que al rectificar el acta de nacimiento dejan atrás el nombre que les dieron al nacer, al que de hecho mencionan como el nombre muerto o no nombre, reconociendo que nunca fue su identidad.
“Antes yo era una niña y luego una joven muy temerosa, que no encontraba la forma para hacer visible la mujer que era. Fue un proceso difícil, doloroso, me costó muchas lágrimas, humillaciones, muchos años de mi vida, sin poder disfrutar a María Fernanda, y tener que vivir con un disfraz, con una máscara.
“Sin embargo, esto me sirvió para aprender, para entender que valía más la pena morir en el intento, siendo María Fernanda, que seguir viviendo esclava de una identidad y de una vida que no me hacía justicia, porque esto es un tema de justicia, más que de felicidad de libertad y de dignidad, que obviamente cuando llevas una vida así de nuevo eres una persona feliz”, expresó.
Una de sus aspiraciones es hacer una carrera como profesora dentro de esta institución, sabe que hay que recorrer un camino para obtener una plaza como maestro de tiempo completo, pero asegura que tiene el derecho a aspirar y también a soñar, por lo que espera lograrlo y para ello se está preparando como doctora e investigadora.
Deuda histórica
Este 28 de junio se celebra el Día Mundial del orgullo LGBT y otras variantes para reafirmar el sentimiento de orgullo sobre las identidades y orientaciones sexuales y de género tradicionalmente marginadas y reprimidas, para visibilizar su presencia en la sociedad y así como sus reclamos, por ello la Universidad de Sonora iluminó el día de ayer el edificio principal con los colores de la bandera de la diversidad que identifica a los miembros de esta comunidad y lo hará nuevamente este día.
María Fernanda considera que ya era tiempo que se hiciera, pues es una deuda histórica con estas poblaciones de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgénero, intersexual y queer (Lgbtttiq), así como con los estudiantes que son diversos, con el cuerpo académico y los trabajadores, que también son diversos.
“Me da mucho gusto, lo celebro, es algo simbólico, esto viene a sumar como acciones de inclusión, pero como institución debe seguir reafirmando su compromiso con estos movimientos sociales a través de actos más trascendentales, como lo es el hecho de que rectificaran mi título, y que le sigan abriendo las puertas a la población LGBT”.
Hizo un llamado a todas las instituciones de educación superior a que hagan lo propio por hacer posible el acceso a la educación superior de las personas trans, porque sí hay una deuda histórica, no de esta casa de estudios en particular, sino en general, y resaltó que son un porcentaje casi inexistente de esta comunidad quienes cuentan con el nivel superior de estudios o posgrados.
“Si se analiza por qué la mayoría de personas trans no han logrado el mismo avance académico que el resto de la población, nos podemos dar cuenta que no es algo furtivo, sino que las instituciones de manera explícita y arbitraria les han negado el acceso a la educación, las han expulsado, y esto tiene una repercusión muy importante en la calidad de vida y en el desarrollo de las personas trans”, señaló.