Armando Zamora//
Llega 13 de septiembre y, como todos los años, resurge el fénix memorioso de uno de los episodios más emblemáticos de la historia nacional: la gesta de los Niños Héroes en 1847.
Parte mito, parte realidad, el episodio tiene sustento en hechos reales que, a conveniencia del gobierno en turno, se fue matizando hasta convertirse en un pilar de nuestro ser mexicano: la defensa del Castillo de Chapultepec, sede del Colegio Militar, y la dignidad nacional.
No todos eran niños, pero indudablemente fueron héroes. Y fuera de todo alarde poético, los mexicanos recordamos y reconocemos los nombres de seis cadetes que murieron en la batalla, avasallados por las fuerzas de un país invasor.
Hoy resuenan en calles, en páginas de libros y en ceremonias oficiales los nombres del coronel Santiago Xicoténcatl, y de seis jóvenes estudiantes del Colegio Militar, quienes junto con otros 40 elementos, se negaron a retirarse del Castillo y enfrentaron al ejército norteamericano que los superaba en número y en armamento, pero no en deseos por defender una patria que apenas buscaba un rumbo hacia el futuro.
En las instalaciones y alrededores del recinto quedaron regados los cuerpos de Francisco Márquez Paniagua, de 13 años de edad; Vicente Suárez Ferrer, 14 años; Fernando Montes de Oca, de 18 años; Agustín Melgar Sevilla, de 18 años; Juan de la Barrera e Inzáurraga, de 19 años, y Juan Escutia Martínez, de 20 años, a quienes recordamos con solemnidad.
Hoy las batallas son otras. Hoy sabemos que no es necesario derramar sangre para invadir o ser invadido. Hoy la dominación económica y cultural traza las rutas del porvenir de todo el planeta. Y en medio de todo, siguen surgiendo nuevos héroes que con su dedicación y esfuerzo intentan defender la soberanía de nuestro país.
El heroísmo también se alcanza en las aulas. Y gracias a esa tenacidad, hoy también podemos y podemos también acariciar el sueño de ser mejores ciudadanos con el estudio responsable y la esperanza de una educación permanente con visión de futuro, porque la educación nos prepara para buscar mecanismos que permitan resolver los problemas sociales sin recurrir a la violencia, sin derramar la sangre que nuestros ancestros regaron en el pasado.
La Universidad de Sonora, como tantas otras instituciones de servicio público, apoya la construcción de esa nueva ciudadanía que nuestro país requiere, fomentando valores institucionales y lineamientos de conducta que nos permiten convivir dentro de los marcos de una sociedad moderna, civilizada y con futuro.
No es tarea fácil, pues en este país luchamos contra muchas cosas que cada día nos hacen dudar de nuestras capacidades: la pobreza y la desigualdad, la ignorancia y la muerte prevenible; la corrupción y la impunidad; la injusticia y la exclusión.
Hoy sabemos que no podemos postergar más la resolución definitiva de los problemas de la nación, y ello requiere trabajo y unidad de todos los mexicanos, porque como nación y como pueblo somos más grandes que los obstáculos que aparecen en nuestro camino: hemos aprendido a sobreponernos a las más duras pruebas, y cada vez hemos salido fortalecidos.
México nos necesita a todos para seguir construyendo el gran país que nos merecemos como buenos mexicanos, porque el futuro no se conquista por decreto: requiere opciones y exige conocimiento y responsabilidad en la toma de decisiones. Y no podemos hablar de libertad sin educación, sin empleo, sin seguridad, sin equidad de género ni responsabilidad social.
Hoy los búhos de la Universidad de Sonora, en este 13 de septiembre, en recuerdo de la gesta de los Niños Héroes, decimos con orgullo: “¡Pueden contar con nosotros en la construcción de un mejor país: para eso estamos aquí!”.