Elías Quijada/
A nivel internacional México tiene el primer lugar en casos de abuso sexual infantil, en tanto Sonora ocupa el segundo lugar nacional en el tema, por lo que es importante que las instituciones de educación superior formadoras de profesionales del trabajo social en el país brinden herramientas y conocimientos necesarios para poder abordar el tema con el extremo cuidado que se requiere.
Ana María Bravo Morales, coordinadora pedagógica en el área especial y preescolar de la Secretaría de Educación y Cultura (SEC), señaló lo anterior en la conferencia Las niñas también somos mujeres, impartida a estudiantes y docentes del Departamento en Trabajo Social de la Universidad de Sonora.
“En la charla vamos abordar temas que tienen que ver con los riesgos que corren las niñas con la doble victimización que sufren al ser niñas y ser mujeres; estaremos estudiando estadísticas y riesgos, así como algunas estrategias preventivas para evitar el abuso, maltrato y acoso infantil”, dijo la egresada de esa unidad académica.
Comentó que gracias a la sensibilización de la ciudadanía y al incremento de la cultura de la denuncia, este problema social se visibiliza cada vez más; sin embargo, subrayó, más del 80% de los casos de abuso a infantes no se informa ante las agencias del ministerio público: “sabemos que los casos podrían ser muchos más… aun así, consideramos que los programas de concientización están funcionando”, precisó.
Bravo Morales definió abuso sexual infantil como la conducta en la que una niña o niño es utilizado como objeto sexual por parte de una persona con la que mantiene una relación asimétrica, de desigualdad, con respecto a la edad, la madurez y el poder.
Por ello es importante que desde la academia se puedan implementar herramientas, programas y campañas de prevención para poder observar posibles indicadores sobre abuso sexual, y tener un protocolo de seguridad integral para las personas involucradas; en este caso, la víctima y familia cercana, indicó la especialista.
“Es importante que en la etapa estudiantil se planeen dinámicas y actividades lúdicas enfocadas a la prevención y replicarlas en instituciones y escuelas, para contribuir a la sensibilización de las nuevas generaciones sobre este problema”, concluyó.