Jesús Alberto Rubio/
La obra científica y humanística a escala global, con notables esfuerzos para contribuir a la recuperación de la capa de ozono y, en consecuencia, de la mejora de la salud humana, sin duda que distinguen sobremanera al doctor Mario Molina Pasquel y Henríquez, afirmó el académico Marcelino Barboza Flores, profesor del Departamento de Investigación en Física de la Universidad de Sonora (Difus).
El académico universitario calificó a Molina Pasquel como un científico con un alto sentido de responsabilidad hacia el bienestar del planeta, y el compromiso de garantizar un futuro prometedor a las nuevas generaciones, brindándole al reciente galardonado como Doctor Honoris Causa por la alma mater sonorense, un reconocimiento por su fecundo trabajo, impacto social y rigurosidad científica en su lucha por la supervivencia del planeta.
Mario Molina, reiteró, es un científico dotado de enorme talento al poseer una visión plena, con una vida que se guía con un sentido humanístico de responsabilidad, comprometido totalmente en garantizar el bienestar global de las generaciones futuras.
“Cómo no reconocer su noble espíritu de lucha y voluntad con que enfrentó a los analfabetas científicos en el poder y fuertes grupos con intereses trasnacionales que, en un principio y todavía en la actualidad, manifiesta n antipatía por el cambio climático y sus efectos globales”, dijo al señalar que es por ello que su obra perdurará para siempre, permaneciendo en nuestra memoria como un referente histórico de la humanidad.
Proporciones dramáticas
Marcelino Flores planteó que las conclusiones de las investigaciones del doctor Molina comprueban que existe una conexión importante con proporciones dramáticas entre la contaminación ambiental del aire y la global, y que con profunda convicción humana y sustentado en información científica pertinente, nos advierte sobre la gravedad del fenómeno del calentamiento global del globo terráqueo.
Recordó que ante la predicción de un futuro catastrófico para la humanidad por el adelgazamiento y posible desaparición de la capa de ozono atmosférica, y con ello la extinción de la vida en el planeta, comenzó a difundir ese peligro en el medio científico, social, político, sistemas legislativos, medios de comunicación y distintos organismos con capacidad de decisión.
Es decir, aseguró, asumió una conducta con alto sentido de responsabilidad social esperando que hubiera una respuesta de la sociedad al respecto, haciendo una intensa actividad de difusión que incluyó una titánica labor durante más de diez años en diversos foros nacionales e internacionales.
Con Sherwood Rowland
Barboza Flores mencionó que ya desde las décadas de los años 60 y 70 el doctor Mario Molina adquirió una sólida formación en ciencia básica, al mismo tiempo que estuvo en contacto con instrumentos y equipamiento científico en el estado del arte, lo que le permitió realizar investigación científica en la frontera del conocimiento en el tema de dinámica química.
Por ejemplo, citó que en 1973 se unió al grupo de investigación del profesor Sherwood Rowland, en calidad de becario posdoctoral laborando en la ciudad de Irvine, California y, por supuesto que en ese momento no tenía idea que el investigar fenómenos y procesos físicos y químicos, lo llevaría junto con él y Paul J. Crutzen, a obtener en 1995 el Premio Nobel de Química por su papel para la dilucidación de la amenaza a la capa de ozono de la Tierra.
Marcelino Barboza destacó que ese notable premio universal ha sido el primero que se otorga en materia ambiental en la historia de los Nobel, lo mismo que para México en un área científica, recordando que junto con Rowland desarrolló la hoy famosa Teoría del agotamiento del ozono por los clorofluorocarburos (CFC).
Asimismo, señaló que desde 1982 el doctor Molina dejó su trabajo académico en la Universidad de California en Irvine, para unirse al Departamento de Física y Química Molecular del Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de California, con el único fin de dedicarse de manera exhaustiva a investigar diversos fenómenos relacionados con química atmosférica y el adelgazamiento de la capa de ozono.
Por más de una década de investigación científica, indicó, aportó –junto con Sherwood Rowland– resultados importantes sobre el tema del cambio climático haciendo posible el establecimiento del Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas, el primer tratado internacional que ha enfrentado con efectividad un problema ambiental de escala global y de origen antropogénico.
El Protocolo, añadió, permitió un acuerdo de todo el mundo para firmar y ratificar a partir de 1996, un alto completo en la producción de los CFC en los países industrializados, documento que representa el único ejemplo que existe de un problema global relacionado con el medio ambiente que ha funcionado logrando propósitos originales de mantener la capa de ozono en niveles adecuados.
Hizo saber que en México fundó y preside desde el año 2005 un centro de investigación y promoción de políticas públicas que lleva su nombre, mediante el cual realiza estudios estratégicos sobre energía y medio ambiente, particularmente en cambio climático y calidad del aire.
“Investiga la química de la contaminación en la baja atmósfera y está involucrado en trabajos interdisciplinarios con colaboración de expertos de todo el mundo para enfrentar el problema de la degradación de la calidad del aire en zonas urbanas”.
Finalmente, señaló que el doctor Molina sostiene una argumentación científica que sustenta lo siguiente: el clima de la tierra está cambiando, lo mismo que las actividades humana que generan altas concentraciones atmosféricas de los gases de efecto invernadero; existe nueva y fuerte evidencia de que el calentamiento observado en los últimos 50 años es atribuible a las actividades humanas y que la temperatura superficial media anual de la tierra se incrementará de 1.4 a 5.8 en los próximos 100 años.