Paula Trespalacios Argain
El aprovechamiento de subproductos agroalimentarios para desarrollar hidrolizados con actividad antimicrobiana en recubrimientos comestibles y fungicidas representa un impacto positivo en el medio ambiente.
Un ejemplo de esta innovación es la investigación de Octavio Dublán García, del Departamento de Alimentos de la Facultad de Química en la Universidad Autónoma del Estado de México, quien presentó su trabajo en el programa radiofónico “A tiempo con la ciencia”.
Durante la emisión de ayer, el especialista en biotecnología destacó que el uso de desperdicios alimentarios contribuye a reducir el impacto ambiental.
“Se ha observado que, gracias a estos residuos, hemos podido obtener diversos compuestos con múltiples aplicaciones funcionales y ecológicas que, por ejemplo, nos ayudan a incrementar la vida de anaquel. Son subproductos importantes de aprovechar”, aseguró.
Dublán García explicó que trabajan en hidrolizados, que son segmentos de proteínas —péptidos de bajo y mediano peso molecular— obtenidos a partir de cualquier subproducto alimentario, como frutas, hortalizas o productos acuícolas.
“Estamos desarrollando hidrolizados porque hay muchos lugares donde se venden productos acuícolas que se congelan durante meses. Estos productos a menudo son desechados porque se considera que han perdido características texturales. Al desecharlos, generan daño ambiental, ya que contienen altas concentraciones de proteínas que pueden provocar contaminación”, detalló.
El investigador añadió que estos desechos se utilizan como sustratos para microorganismos fermentadores que, bajo diferentes condiciones ambientales, generan metabolitos hidrolizados. Entre los materiales que emplean se encuentra el calamar gigante, cuyos subproductos son transformados en metabolitos útiles mediante vías metabólicas específicas.
Fungicidas naturales
Dublán García señaló que los hidrolizados obtenidos poseen un amplio espectro antimicrobiano y antifúngico, lo que los hace efectivos contra bacterias y hongos, convirtiéndolos en fungicidas naturales.
“Esto puede abrir una puerta importante para reducir la resistencia de los microorganismos a los productos comerciales. Los hidrolizados que estamos desarrollando a partir de fuentes naturales representan una alternativa viable y más segura”, explicó.
Recubrimientos comestibles
El investigador también habló sobre su trabajo de más de 15 años en el desarrollo de recubrimientos comestibles como alternativa a los plásticos no biodegradables.
“Hemos observado que ya se encuentran partículas de microplásticos en pescados, productos lácteos y agua. Esto genera estrés oxidativo y un desbalance que puede desencadenar enfermedades crónico-degenerativas y autoinmunes”, advirtió.
“Nosotros, como alternativa, hemos desarrollado plásticos comestibles a partir de subproductos agroalimentarios. Por ejemplo, de la cáscara de cítricos obtenemos fibras, y de los esqueletos de pescado extraemos colágeno y proteínas. Utilizamos diferentes polímeros y, mediante diseños experimentales, determinamos la combinación ideal para obtener matrices poliméricas funcionales”, puntualizó.
Beneficios y desafíos
Dublán García resaltó los beneficios de estas alternativas, como la disminución del uso de aditivos sintéticos y el aprovechamiento de fuentes naturales, además de la reducción del impacto ambiental.
Sin embargo, reconoció que los principales desafíos radican en la estandarización de los procesos y en garantizar la seguridad alimentaria, desde la disponibilidad de insumos hasta la inocuidad de los productos finales.